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@josellizarraga

10.00 AM. Domingo 11 de diciembre. Estadio del Madrigal. Por la puerta asoma el presidente del Villarreal, abrigado y con su bufanda. Su equipo entrena media hora después para preparar el partidazo de esta noche ante el Atlético de Madrid, el subcampeón de Europa y uno de los candidatos al título de Liga. Fernando Roig, seguramente barruntaba algún retoque más para el Madrigal mirando las gradas. Su cabeza nunca descansa. No lo demostrará con una claridad manifiesta, pero su anhelo es ganar y ganar, su ambición es máxima y trabaja para que su Villarreal compita siempre a tope. No se conforma, por eso es gratuito hablar de que no existe presión en el Villarreal. Es necesario para progresar sentir que nunca es suficiente.

Ese es el gran reto de Fran Escribá. Si el presidente se levanta un domingo a las ocho de la mañana para ver el entrenamiento de su equipo, no puede haber un solo jugador que se conforme con empatar en Leganés o superar la fase de grupos de la Europa League sufriendo hasta el último segundo. No, no les voy a vender humo, y no es para sentirse satisfecho, aunque tampoco para perder las perspectivas. Pienso que es más un problema de dudas sobre la actitud que de tener pajaritos en la cabeza y pensar que este Villarreal tiene que ganar con la gorra. En el término medio suele estar la virtud. El gran reto de Escribá es sacarle el máximo partido a esta buena plantilla que los dirigentes de la entidad amarilla han puesto en sus manos y que la gente entienda que se puede perder pero a la vez sentirse orgulloso de haber dado al máximo. Ahora no me quedo con esa sensación ni en algunos de los partidos en los que se ha ganado. Y llega un momento en que el entrenador debe poner los puntos sobre las íes.

Soy consciente de que superar lo que se consiguió en la etapa de Marcelino en el banquillo es complicado porque, para mí, junto a Manuel Pellegrini, han marcado dos etapas de oro en el Villarreal, cada uno con su propio estilo. Pero ambos son historia y el Villarreal, como he dicho muchas veces, posee un proyecto que está muy por encima de las individualidades, como quedó demostrado con Riquelme y otras estrellas del pasado.

El gran reto de Escribá es que el Villarreal vuelva a ser un equipo ambicioso y que salga a ganar, con sus armas, cada partido. No existe sitio para el acomodamiento en un club en el que su presidente vive con pasión todo, desde el benjamín hasta el primer equipo, pasando por el Roda y, a veces, hasta todos los deportistas y clubs a los que patrocina el Villarreal.

El gran reto de Escribá es hacer sentir la presión a todos sus jugadores. Incluyo a Alexandre Pato. Si el brasileño no tiene ilusión, no se siente comprendido, no es feliz en el Villarreal o sea lo que sea lo que pase en estos momentos por su cabeza, hay que tomar determinaciones, pero ahora veo mucho más de Pato que del espíritu de hombres como Asenjo, Trigueros o Jaume Costa por nombrar al algunos. Todos queremos un Villarreal comprometido. Ahora el problema no es de resultados, porque estos, pese a la irregularidad o la imagen mostrada en algunos partidos, no son malos. Pero hay que estar atentos para que la comodidad no se instale en el organismo del Villarreal. Yo creo que es capaz, pero también considero que de las buenas palabras hay que pasar definitivamente a la acción. Y yo quiero exigencia total. Sí, es el reto de Escribá.