Granada y A Coruña. En estas dos ciudades se decidirá el título en la última jornada. La Liga podría haberse festejado ayer mismo en el Camp Nou después de enseñar la manita al Espanyol y dejar mudo al parlanchín Pau López (5-0), al que después de hablar más de la cuenta fuera del campo le temblaron las manos. El Barça se la jugará el sábado en Granada porque el Madrid, que visita al Depor, sigue ahí detrás, a un punto. Y con polémica arbitral incluida, porque Fernández Borbalán no vio el fuera de juego más claro del año. El gol de Benzema deja con vida a un Madrid que ha ido abriéndose camino cuando parecía muerto y enterrado.

A última hora, la Liga ha acabado eligiendo a los dos pretendientes de siempre y ha dejado en el camino al Atlético. Al cholismo se le acabó el aire justo después de haberse plantado otra vez en la final de Champions, y todo el coraje que le valió para aguantar el torbellino del Bayern y salvar el pellejo, desapareció ante un equipo de Segunda, el Levante. Al minuto de juego, ya ganaba con gol de Torres y en el 90 estaba por los suelos (2-1) tras perder la esperanza que le había mantenido en pie. Cuando le tocó jugar a ganar ni supo ni pudo. Se acabó. Ya no tiene nada que hacer y ahora le queda esa última pelea con el Madrid en Milán, bajo el recuerdo de lo ocurrido en Lisboa.

PROTESTA DE BARTOMEU // En el Camp Nou, el recuerdo del tamudazo se desvaneció en un santiamén. A la que Messi plantó la pelota, levantó la vista, puso el ojo en la escuadra y después el balón, justo por encima de la mano de Pau en el preámbulo de la tortura que se le venía encima.

Había ganas de pasar cuentas con tanta palabrería y esos deseos de que la Liga viajara a Madrid, al Bernabéu o al Calderón, tanto monta monta tanto con tal que no la ganara el Barça. El equipo actuó en el campo sin compasión. En el palco, fue otra cosa. Bartomeu, molesto por las declaraciones de algún directivo perico en esa misma línea, no acudió en señal de protesta al almuerzo previo. Pero la cita se celebró. Y en el Camp Nou. Todo muy extraño.

Fue una tarde de otra época, que empezó a las cinco, como el fútbol de toda la vida, y que tuvo un aire de carrusel con todos los partidos en marcha. El derbi fue azulgrana de principio a fin, con un Espanyol al que la motivación solo le sirvió para combatir con faltas, con el visto bueno del árbitro, más presto para correr a sacar una tarjeta a Messi que para mostrar unas cuantas a Hernán Pérez. La vista que le faltó a Borbalán en el Bernabéu con Benzema le sobró a Gil Manzano con Rakitic al anular un gol por fuera de juego inexistente y no señalar un penalti sobre Leo Messi. Pero nada pudo detener al líder, decidido a volver a ganar la Liga.

UN EQUIPO SALVADO // Y Messi más que nadie. Y a su lado Suárez, con la Bota de Oro en la mano. Con el Espanyol liquidado, la jornada se vivió a distancia, con la incredulidad de la caída del Atlético y el empuje final de un Valencia que con 10 tuvo al Bernabéu en un puño después de haberse puesto en pie para dar la última ovación a Arbeloa, el símbolo del mourinhismo. Y, por abajo, de drama en drama, con el descenso sobrevolando varios escenarios.

En ese sube y baja de la zona donde se juegan la vida, andaba el Granada, entrando y saliendo. Y el Depor. Los jueces de la última jornada. Ambos están fuera de peligro, con la permanencia asegurada (entre Getafe, Rayo y Sporting saldrán los que acompañen la Levante), y por tanto sin nada que perder. Y nada que ganar salvo defender el honor. H