Algo más de un mes le queda al Atlético para convencer a Antoine Griezmann de que no se vaya. Formalmente, hasta el 1 de julio, día en el que su cláusula de rescisión se reduce de 200 a 100 millones y día en el que el Barça tiene planificado hacer el pago y llevarse al jugador con el que, claro está, tiene perfilado un acuerdo.

Millones y razones amontonará el Atlético para evitar la grave pérdida que supondría ver marcharse a Griezmann, sensibles como están dirigentes, compañeros y aficionados después de observar la crucial actuación del delantero durante la final de la Europa League ante el Marsella.

Pero el desenlace se producirá antes y el mercado quedará abierto con el fichaje de Grizi por el Barça. El 1 julio habrán comenzado los octavos de final del Mundial y Griezmann no quiere arrastrar la pesada maleta de la expectativa hasta Rusia. En el fondo, quedará liberado de anunciar su decisión a partir del lunes, una vez finalizada la Liga y se haya despedido de la hinchada rojiblanca, que nada le reprochará tras haberle dado la Europa League con dos goles. La fecha no es más que un requisito prescindible.

ESPERAR EL MOMENTO // «No es momento de hablar de mi futuro, hay que disfrutar de haber ganado un título y de celebrarlo con la gente y la afición», dijo el miércoles, retrasando la respuesta para que no desilusionar a la parroquia del Wanda antes de la fiesta de despedida del domingo.

Tampoco le importará al Barça adelantar el anuncio del fichaje de Griezmann antes de que el delantero se concentre con la selección. No le ha importado insinuar que está interesado en ficharle ni ha desmentido los contactos con la representante del futbolista, su hermana Maud, ni las visitas de ésta a Barcelona.

Presentar a Griezmann antes de la apertura del mercado maquillará la imagen que dejó el club el verano pasado, cuando suplicó hasta el último día al Liverpool que negociara por Coutinho para suplir a Neymar.