La selección española femenina de balonmano rompió todos los pronósticos y disputará por primera vez en su historia la final de un Mundial, tras imponerse en las semifinales a la todopoderosa Noruega, a la que dejó en tan solo nueve goles en la segunda mitad. Tres de ellos cuando la victoria ya era un hecho consumado para el equipo español y que reflejó mejor que nada la auténtica lección defensiva que ofrecieron las Guerreras, quienes a base de inteligencia, agresividad y, sobre todo, piernas y más piernas sellaron el billete para una final en la que se medirán el domingo (12.30 horas) a los Países Bajos.

España no tuvo nunca duda de que la clave para poder derrotar a Noruega pasaba por una formidable defensa y en ataque cuidar como nunca cada posesión para evitar las pérdidas de balón, el combustible que alimenta el letal juego de contrataque de las nórdicas. Y vaya si cuidaron el balón las Guerreras, que tuvieron la paciencia necesaria en ataque para mover la pelota hasta generar los espacios para llegar el gol.

Con la central Stine Oftedal, el eje sobre el que gira todo el juego ofensivo de Noruega, bajo control fueron las nórdicas las que comenzaron a encadenar errores y pérdidas, lo que permitió a España dar un estirón. Y eso que a las de Carlos Viver les costó doblegar la resistencia rival, ya que necesitaron hasta cinco intentos para poder ponerse con ventaja.

Pero una vez roto el muro, el conjunto español no se detuvo y, pese a llegar al descanso con empate a 13, dejó volar su imaginación. Blindada a cal y canto su portería, gracias a las paradas de una imponente Silvia Navarro, España gozó de la confianza necesaria para brillar igualmente en ataque. Y ese equilibrio fue clave para rubricar un triunfo que permitirá al conjunto español pelear por primera vez en su historia por el oro mundial.