Para la afición del Villarreal, si hay un jugador (o exjugador) que caiga especialmente mal, ese es José María Gutiérrez, más conocido como Guti. El kilómetro 0 de esa particular relación arranca el 18 de noviembre del 2010, cuando el entonces centrocampista del Real Madrid fue pillado, mientras subía al autobús de su equipo, llamado «paletos» a los seguidores amarillos con motivo de un partido disputado en El Madrigal, descalificativo acompañado por una peineta. El domingo (20.30 horas), Guti no vuelve al ahora conocido como Estadio de la Cerámica, sino a la Ciudad Deportiva Miralcamp, donde groguets y blancos dilucidan el pase a la final de la Copa del Rey, en categoría juvenil, con clara ventaja para los merengues (2-0).

Un futbolista especial

Guti, futbolista díscolo donde los haya, adorado o vilipendiado sin término medio, también ha vivido episodios poco agradables en A Coruña o Alcorcón. Desde aquel incidente, grabado por las cámaras, apenas si volvió a pisar en Vila-real e incluso, cuando aún vestía de blanco, hubo voces que, en 2008, le acusaron de haberse borrado de este desplazamiento, habituado a que le pitasen en el coliseo amarillo cada vez que jugaba.

Una animadversión que no desapareció cuando Guti dejó el club de toda su vida para probar suerte en el fútbol turco. En agosto del 2010, el centrocampista debutó con su nuevo equipo, el Besiktas, en El Madrigal, en el Trofeo de la Cerámica: aún soportó la música de viento de la parroquia amarilla, que nunca ha olvidado su feo gesto que, con el paso del tiempo, está lejos de borrarse de la memoria colectiva.

Precedentes frescos

El juvenil del Real Madrid ha cortado el paso al del Villarreal en los tres precedentes más recientes. En mayo del 2015, los blancos pasaron a las semifinales de esta competición, tras imponerse tanto en la ida (0-1) como en la vuelta (3-1). Muy duro fue lo de hace un año, también en semis: los amarillos, después de empatar a dos en Valdebebas, acariciaban el pasaporte para la final, pero un gol de Dani Gómez, en el descuento, clasificó a los merengues. Hace poco más de un mes, los amarillos volvían a chocar contra el mismo obstáculo, en la antesala de la final de la Copa de Campeones, disputada en Ourense: 2-0.

El mismo marcador que, el próximo domingo, en Miralcamp, el Submarino tendrá que levantar para meterse en la final de la Copa del Rey... y para empezar a conjurar el maleficio de un bestia que, más que negra, es blanca: Guti.