La verdad es que estoy hastiado del penalti de Riquelme, de oír lo del pueblo de 50.000 habitantes y las historietas habituales que se cuentan a nivel nacional cuando llega un partido como este. Aquí estamos a otra cosa ya. Llega el momento en que uno debe ser ganador, no ir con falsa modestia y creerse que puede ser campeón. Pero también les digo que nada se consigue sin sufrimiento y sin esfuerzo.

El domingo salí perplejo del Madrigal. Parecía que empatar con la Real y no lograr la cuarta plaza era un fracaso. Es posible que el campeón de Liga se decida en el último minuto, lo mismo con la permanencia... y el Villarreal está obligado a ser cuarto a tres partidos del final. Por favor...

El martes vi jugar al 0-0 al supermillonario City de Pellegrini, a la espera de resolver en el Bernabéu. El sorteo ha querido que el Villarreal jugara los cuatro cruces primero en su estadio. Hoy empieza un partido de 180 minutos, ténganlo en cuenta. Cabeza fría y corazón caliente en dosis adecuadas, pero el Villarreal tiene equipo para ganar al Liverpool. Sí, no será fácil. ¿Cuándo lo es? Pero yo tengo más fe que nunca en este grupo que siempre compite, incluso cuando, como el domingo, no tiene el día.

Vamos a estar en Basilea y vamos a ganar. Creánselo y olvidense del fallo de Riquelme, de las locuras de Garrido en Oporto o del penaltito de Belletti en Valencia y piensen en Bruno levantando la copa. Lo siento en el estómago, que hace días que me lleva a mal traer por los nervios. Toca. H