Antes, durante y después, el coronavirus ha condicionado el viaje del CD Castellón a Segunda División. Antes, con la suspensión del tramo final de la temporada regular y el peculiar regreso a los entrenamientos. Durante, con la celebración del play-off en un nuevo formato, con partidos únicos en un estadio sin aficionados. Y después, con el festejo más atípico que se recuerda. Tanto para la expedición albinegra en Málaga, en su burbuja, como para la afición orellut en Castellón, que evitó en su mayoría reuniones multitudinarias ante la situación de emergencia sanitaria.

Las circunstancias no empañan ni el mérito deportivo del ascenso ni la importancia económica e institucional del mismo. Lo extraño del envoltorio le añade un barniz especial: el ascenso del coronavirus siempre se recordará. El año 2020 se ha grabado ya en la memoria del Castellón, tres lustros después del anterior ascenso al fútbol profesional. Lo explicó Carles Salvador, el único castellonense que participó en el encuentro decisivo contra el Cornellà, poco después del pitido final. «Hace quince años lo viví en el campo como aficionado y ahora desde dentro como jugador, es el sueño de todo futbolista de cantera y ha llegado ahora cuando tenía que llegar», comentó el de Castelló.

Tenía que llegar porque la incertidumbre asoma en el futuro del fútbol español, y lo que va davant va davant. La confusa remodelación que se avecina en la Segunda B y las dudas con lo que el coronavirus puede deparar a la próxima competición acentuaban las urgencias perennes del Castellón que, al contrario de lo que ocurrió en otras encrucijadas históricas, se ha subido ahora a la buena ola. «Con el ascenso comienza una nueva era», sentencia Vicente Montesinos. El presidente del Castellón ha conseguido su segundo ascenso en tres años, dos éxitos regados por el camino de récords históricos de abonados. «Llegar al fútbol profesional, el lugar natural del CD Castellón, abre una etapa esperanzadora para toda la afición», indica el también propietario del club. «Prometimos llegar a Segunda para el centenario de la entidad (en el año 2022) y lo hemos logrado con antelación». Montesinos reparte los méritos entre el vestuario y la grada. «El éxito ha sido posible gracias al extraordinario trabajo de un gran grupo de profesionales, con el entrenador Óscar Cano a la cabeza, y sobre todo por el apoyo de una afición única en toda España, como es la albinegra, que ha batido todos los récords en el pasado, y lo seguirá haciendo en el futuro».

El cambio

El técnico Óscar Cano es sin duda uno de los nombres propios de la aventura. Llegó al banquillo de Castalia mediada la pasada temporada, con el equipo asomándose al descenso a Tercera. Año y medio después celebra el regreso del club a una categoría que no pisaba desde el 2010. «Llegamos en una situación crítica», afirmó el domingo en Málaga, «pero sabíamos que ese bagaje de sufrimiento nos iba a llevar después a estar arriba». «Todo el mérito es de los jugadores», subraya Cano, «sin ellos no somos nada».

Tres de esos jugadores que dirige Cano sobreviven de la plantilla que en el 2018 subió a Segunda B tras otro apretado play-off. Se trata del capitán David Cubillas, que anotó el gol de la victoria en la prórroga contra la Peña Deportiva; el mediocentro Marc Castells, que abrochó el domingo el triunfo en los minutos finales; y el extremo Javi Serra, revulsivo habitual en cada una de las citas. Sin ascenso, pero también en Tercera jugó con el Castellón el portero Álvaro Campos, capitán ahora en 2020, y que se quitó una dolorosa espina: a las tandas de penaltis perdidas en las promociones del 2015 (Haro) y 2016 (Gavà), unió la del Logroñés en el arranque de este último play-off. Pero ya no encajó más goles, tras el golpe, ni contra la Peña Deportiva ni contra el Cornellà. «Hace cinco años soñé que subiría a Segunda como capitán del Castellón», admitió en la Rosaleda, «y lo he cumplido». En el área contraria decidió Juanto Ortuño, con el gol: «Es increíble poder haberlo metido y hacer feliz a toda una ciudad volcada con nosotros».

Una inyección de optimismo para la ciudad

La alcaldesa de Castelló, Amparo Marco, calificó de «orgullo para la ciudad» el ascenso del Castellón y destacó que el retorno del club albinegro a la categoría de plata del fútbol profesional supone un impulso a la proyección de la capital de la Plana y un revulsivo para la dinamización de Castelló. «Desde el Ayuntamiento de Castelló venimos apostando por el deporte porque queremos respaldar a nuestros y nuestras jóvenes deportistas y porque creemos en su potencialidad para la promoción de la ciudad», afirmó Marco.

La alcaldesa añadió que este ascenso llega en un año marcado por el coronavirus, por lo que ha recalcado la importancia de este hito deportivo como elemento que «contribuirá a la reactivación socioeconómica de Castelló». También se unieron a las numerosas felicitaciones al club albinegro ediles del resto de grupos de la corporación municipal.

Los ecos de la victoria en Málaga llegaron al Consell. El presidente de la Generalitat valenciana, Ximo Puig, felicitó a los albinegros («sense equip no som res, al futbol i la vida»), igual que el conseller de Deporte Vicent Marzà, que recordó a su abuelo Vicent. Incluso el alcalde de Vila-real, José Benlloch, felicitó al Castellón.

José Martí, presidente de la Diputación de Castellón, presenció el último y decisivo partido del club albinegro en el play-off rodeado de familia y amigos en Sueras, municipio del que es alcalde. Martí mostró su alegría tras el pitido final y disfrutó en el festejo del ascenso acompañado por su nieto Álvaro.