Javi Calleja tiene varios jugadores que llueva, nieve o el sol tueste de calor, son como el teorema de Pitágoras en trigonometria, incuestionables para el aprendizaje de un estudiante. Asenjo, Pau Torres, Albiol y otro de ellos es Iborra. El de Montcada es tan importante dentro del campo por lo que rinde como por su jerarquía. Asumió el rol de Bruno a la perfección. Una lumbalgia le dejó fuera de la convocatoria del Betis, pero esta noche (22.00 horas, Movistar +) llega el campeón de Liga y la titularidad de Iborra es la gran duda del técnico para confeccionar un once inicial de gala que todo el mundo sabe de carrerilla. Y esperará hasta el último momento para conocer si ha superado sus molestias y puede estar de la partida ante el FC Barcelona, otrora indiscutible mejor equipo del mundo, porque entre otras estrellas cuenta con Messi, este sí, el número uno del planeta fútbol.

Calleja se ha ganado todos los elogios y el respeto de sus hombres, porque su gestión del vestuario en esta segunda parte de LaLiga 19-20 ha sido propia de un entrenador veterano en estas lides y con un currículo dilatado a las espaldas. El Villarreal vive una dulce luna de miel en esta vuelta a la nueva normalidad de un fútbol sin gritos en la grada y que se ha despertado frío sin la pasión de los aficionados, las verdaderas estrellas del espectáculo.

Solo ha cedido un empate ante el Sevilla, precisamente su gran rival en esa complicada lucha y escalada a los puestos Champions. Tres puntos les separan, pero para continuar vivo en la pelea necesita ganar al Barça. Y eso son palabras mayores, a pesar de que el club azulgrana ha dejado atrás la tranquilidad de la última década para volver a convertirse en el club de los líos.

A Setién, y a su segundo Eder Sarabia, se les ha ido el timón del barco de las manos. En este momento, la gran duda del Barça es Quique Setién, en el foco de un grupo de jugadores que no creen en su entrenador, sienten malestar por el papel de estrella asumido por quien solo debería ser un auxiliar (Sarabia), y añoran a Valverde, defendido por todo el plantel ante su presidente.

Pero el Barça es el Barça y en él juega Messi y muy buenos futbolistas. Por la Cerámica pasa su último tren hacia LaLiga. Aunque es difícil llegar al destino final con éxito, ganar al Villarreal les dejaría esperanza hasta que las matemáticas lo impidan.

Un Villarreal-Barça no es un partido cualquiera. A Calleja no se le ha olvidado todavía el repasón que su equipo le dio al conjunto azulgran hace poco más de un año, con un 4-2 a favor y como en tiempo de descuento Messi y Luis Suárez dejaron el estadio de la Cerámica sin respiración logrando el empate.

Ni el mal momento del Barcelona, ni el enfrentamiento del plantel con su técnico, ni el pobre juego ofrecido por un equipo plagado de buenos futbolistas que se resisten a asistir al final de un ciclo junto al adiós de Setién, sirven para que el Villarreal pueda pensar que esta noche se enfrentará a un rival derrotado.

Ataque y defensa, los principios que rigen este juego llamado fútbol, han sido dominados con nota por Calleja, criticado por despreciar el juego defensivo y centrarse solo en el ofensivo. El entrenador del Villarreal ha comprendido que si un equipo no defiende bien, no puede competir y si compite mal, no puede ganar. Como decía Bacca, el Barça no será un rival fácil, pero el Villarreal tampoco para el vigente campeón. Hoy, cita grande en la Cerámica. ¡Qué pena! ¡Las grandes estrellas no estarán! Sin público no es lo mismo un Villarreal-Barça.