Con la pretemporada finiquitada, Atlético y Real afrontan el comienzo de la Liga con sensaciones enfrentadas: de la ilusión de los rojiblancos a la desidia que abruma a los blancos.

Los dos transmiten proyectos opuestos. Mientras Simeone sigue siendo el timonel de un barco que navega en aguas tranquilas, Zidane maneja un transatlántico repleto de fugas de agua, entre una tormenta constante, que aparenta improvisar cada movimiento en busca del siguiente puerto en el que repostar.

El verano empezó con un Madrid necesitado de una revolución que el Atlético inició antes, con el adiós de Godín, Juanfran, Filipe Luis, Griezmann o Rodrigo. A tres semanas del cierre del mercado, Zizou aún no ha dado salida a sus grandes descartes (James, Bale o Keylor), ni tampoco ha renovado su previsible once inicial (más allá de la llegada de Hazard), peligrosamente similar al que naufragó el último curso.

La fortísima apuesta por un joven Joao Felix parece no tan arriesgada: el luso registra unas espectaculares cifras en la pretemporada (tres goles y cuatro asistencias en los últimos cuatro partidos), en medio de un juego excelso, sobre todo en el derbi en tierras estadounidenses ante el Madrid que terminó con un 3-7.

En los blancos, salvo Hazard y si llega Neymar, todos los fichajes parten como téoricos suplentes: Jovic, Militao, Mendy... Además, Vinicius parece no tener hueco en el nuevo sistema.