El fútbol inglés pasa por ser un modelo inmejorable en cuanto a organización y diseño de sus competiciones; tradición, calendario, horarios, seriedad en los comités disciplinarios y respeto general al fútbol. Pero aparecieron jeques y magnates y todos se olvidaron de las raíces, incluidos unos dirigentes que renegaron definitivamente de su fútbol formativo.

Sin más criterio que el de sus billeteras abundantes compraron o hurtaron el talento, pero se olvidaron de la fórmula; a golpe de talonario acapararon lo mejor del mercado de jugadores; en las alineaciones de sus principales equipos apenas se ven futbolistas ingleses. Como la idea no funcionó se dedicaron a la caza del entrenador foráneo: Pochettino, Pellegrini, Van Gaal, Klopp, Wenger, Koeman, Roberto Martinez, Bilic, Hiddink, Quique Sánchez Flores, Benítez, Claudio Ranieri... La mayor parte de los banquillos tienen acento extranjero.

Luego llegaron directores deportivos y directores generales, pero la pobre cosecha a nivel continental no mejoró. El mismo Liverpool que hoy se enfrentará al Villarreal en busca de una plaza para la final de la Europa League se ha gastado 460 millones de euros en los últimos cinco años, y le viene justo entrar en Europa. El que un equipo de medio pelo como el Leicester City esté a punto de ganar la Premier League evidencia la impostura del actual fútbol inglés. H