«Quedamos después del partido de Champions en la sede». Ese era el mensaje de wasap en el grupo de responsables de circuito, un subgrupo dentro de los miembros del Club Atletisme Running Castelló, entidad organizadora del VIII Marató BP Castelló y V 10K Facsa y que esta semana tienen faena extra a puertas de las pruebas que se celebran este próximo domingo.

Jugaban Real Madrid y PSG, y no porque la mayoría de componentes del club sean futboleros, sino porque había que esperar a horas en las que el tráfico disminuya, por ello se quedó tras el partido de Liga de Campeones.

«Tráete ropa vieja», me dijo Kike Monforte, expresidente del club y siempre al pie del cañón. Mediterráneo pasó la madrugada del miércoles al jueves con seis invisibles imprescindibles, como tantos y tantos otros que hay detrás de una prueba de tanta envergadura como es organizar, montar y coordinar un evento así.

400 litros entre agua y pintura

Una vez en la sede, a cargar la furgoneta y llenar las garrafas, la cuba y adecuar el conducto con el que, a modo de pincel artesanal, se realizará el marcaje de ambas carreras por la totalidad de calles por las que transcurrirán ambas, es decir, 52 kilómetros (42+10). En total se emplearon 300 litros de agua y otros 100 litros de pintura entre la amarilla chillona que guiará a los runners por el Maratón y la «roja pasión», como definió el vicepresidente del club, Josep Soldevila, que recorre el 10K.

Y de la sede al párking del antiguo mercado del lunes. Alrededor de medianoche, los mencionados Soldevila y Monforte se pusieron manos a la obra junto a Fernando Mampel, Fervy, Luismi Sánchez, Fernando Cayuela (cedido por el Grau Runners) y el responsable de circuito de la VIII edición, José Antonio Salmerón, Salme, quien ejerció de ejecutor.

El trabajo de Salme es, sin duda, el más delicado, coordinando el marcaje en el suelo, con el evitar baches, badenes, obstáculos, coches en doble fila... y no pintar la llamada zona Tram, aunque en alguna ocasión se pueda ir la mano. Todo ello en marcha, de espaldas y en contradirección.

¡Comienza el espectáculo! Una patrulla de la Policía Local escolta al grupo, con Josep de copiloto policial y Luismi de copiloto de Fervy en la furgoneta. De hecho, la figura del copiloto cobra más valor si cabe, puesto que hay que coordinar giros, ángulos, calles a pintar y otras zonas de marcaje.

‘Dichosos’ contratiempos

La Policía es clave para ir haciendo de escudo, cortando la entrada a coches que pretendían invadir alguna de las calzadas. Pero como en todo en la vida, hay contratiempos. Un coche en doble fila, pintar en sentido contrario a la circulación, el nerviosito de turno que quiere adelantar por donde no toca hasta que ve a la Policía y se acojona... E incluso el servicio nocturno de limpieza de calles, que tuvo el ¡acierto! de ponerse a limpiar la ronda a nuestro paso (hubo blasfemias claro).

Y así hasta completar los 52 kilómetros —y sin un café— a las 4.00 horas. ¡Imagínense qué satisfacción... y cuánto sueño!