Los colores verde y amarillo unidos por el ritmo de la samba inundaron la noche de la ‘Cidade Maravilhosa’. Contra todo pronóstico, la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Río 2016 arrancó con una puntualidad nada tropical y fue el deleite de los 3.000 millones de personas que la acompañaron a través del televisor durante sus casi cuatro horas de duración. Exactamente a las 20.00 de la noche carioca, un mosaico geométrico compuesto por cientos de triángulos plateados ondeó en el centro del mítico estadio del Maracaná simulando las olas que bañan la costa de Río de Janeiro.

Al pasar la tempestad inicial, el mar olímpico recobró la calma y el sambista Paulinho da Viola consiguió erizar los vellos de los 70.000 presentes al interpretar el himno de Brasil ‘a capela’ mientras la bandera del anfitrión era alzada sobre uno de los podios. Fue entonces el momento en el que una maraña verde, una especie de bosque amazónico creció desde el centro de la pista envolviendo como raíces las gradas del estadio y recibiendo la llegada de cientos de índios.

HOMENAJE A LOS INDÍGENAS

Un claro homenaje al tesoro de la Amazonía y a la lucha de los 900.000 indígenas que todavía alberga el gigante sudamericano a pesar de los efectos devastadores de la colonización portuguesa que, precisamente, fue representada con la llegada de unas carabelas momentos después. Con la llegada de los europeos llegaron también los esclavos africanos que tiñeron de color a los habitantes del país con la mayor población afrodescendiente fuera de África y, un poco más tarde, fue el turno de los árabes y orientales, los últimos colonos en formar el puzzle que es hoy Brasil.

¡Boom! Tras unos segundos en la oscuridad, una enorme ciudad pareció emerger del suelo del Maracaná. Las acrobacias de decenas de bailarines, que escalaron los edificios de Copacabana e Ipanema con pasmosa facilidad, representaron los esfuerzo de la clase obrera para construir todo un país en medio de la selva. En ese momento, las luces de los miles de teléfonos móviles de los presentes simuló el cielo nocturno dando la bienvenidas al avión 14 Bis del pionero Santos Dumont que sobrevoló las gradas del estadio.

Al ritmo de la ‘Garota de Ipanema’, la top model más famosa de Brasil, Giselle Bündchen, desfiló por la pista del Maracaná dibujando con el contoneo de sus caderas las líneas que inspiraron al arquitecto Oscar Niemeyer para diseñar la capital Brasilia. Justo entonces llegó el funk de Ludmilla y las favelas, el género musical de la juventud brasileña por excelencia homenajeó los suburbios de todo el país al ritmo del ‘pasinho’ un curioso baile muy extendido en las periferias cariocas. 'Deixa a vida me levar', canción que fue usada como himno en el mundial de 2002, el último que ganó Brasil, fue interpretada el sambista Zeca Pagodinho quien alternó su música con el rap de Marcelo D2.

MENSAJE ECOLOGISTA

El break dance y la capoeira se fusionaron al sonido de las raperasKarol Conka y Mc Soffia como preludio del espectáculo pirotécnico que iluminó el techo del Maracaná. “Vamos a buscar nuestras similitudes y celebrar nuestras diferencias”, lema del genial compositor Jorge Ben Jor autor de la canción ‘Más que Nada’, fue el escogido por la presentadora Regina Casé para incentivar a los brasileños a olvidar la delicada situación del país y entregarse a la fiesta olímpica hasta el 21 de agosto. Como una inmensa discoteca de los 70, la canción ‘País Tropical’ de Sérgio Mendes levantó al público de los asientos que cantó a todo pulmón mientras cientos de bailarines ‘Bate-Bolas’ y del grupo ‘Maracatú’ bailaban en el centro de la pista.

Los efectos del calentamiento global fueron denunciados en una ceremonia que se destacó por su austeridad y conciencia medioambiental. Tras el momento de reflexión, llegó uno de los platos fuertes de la noche. Una buena parte de los 10.500 atletas de 207 delegaciones que competirán en Río 2016 surgieron poco a poco encabezados por sus flamantes abanderados y portando casa uno de ellos una semilla que será plantada en el Parque Radical de Río, uno de los principales legados verdes en el área más deprimida de la ciudad.

Como es tradición la delegación de Grecia, como cuna de los Juegos, abrió el desfile que prosiguió en orden alfabético y fue encerrado por la anfitriona Brasil. La aparición temprana de Argentina, la eterna rival sudamericana, causó un gran revuelo en el público local para regocijo de su presidente Mauricio Macri quien acompañó la ceremonia desde la tribuna principal. Precisamente, la ausencia de la presidenta suspendida Dilma Rousseff, quien lamentó en las redes sociales no estar presente, fue uno de los aspectos más llamativos de un palco que por lo demás apenas participó de la ceremonia cediendo todo el protagonismo a los atletas.

LA SONRISA DE NADAL

Tras 67 delegaciones, el turno del equipo español finalmente llegó. Lasonrisa de Rafa Nadal portando la bandera lo decía todo. Los 305 atletas de la delegación, cuarta más numerosa de Europa, desfilaron con un coqueto sombrero y enfundados en unas elegantes chaquetas americanas azules (para ellos) y rojas (para ellas) acompañadas del contraste causado por los pantalones del color opuesto. Un momento mágico en el que los nuestros no dudaron en emplear sus palos de selfie para inmortalizar momento.

Más tarde, llegó el turno al multimedallista Michael Phelps al frente de la numerosa delegación de Estados Unidos y el tenista campeón en Londres 2012, Andy Murray, con el Reino Unido. La lista de ilustres se completó con el judoca francés Teddy Riner, el argentino Luis Scola, la italiana Federica Pellegrini y la jamaicana Shelly-Ann Fraser-Pryce. Así, poco a poco, los deportistas olímpicos fueron llenado la pista central del Maracaná. Realmente significativa fue la ovación del público brasileño a la delegación de Palestina que precisamente abrió una embajada en el país con ayuda del gobierno de Rousseff. Otro tanto ocurrió con los diez refugiados que competirán bajo bandera olímpica y que recibieron un caluroso aplauso de los locales. Una idea delpresidente del COI, Thomas Bach, que aplaudió su entrada desde el palco.

EXPLOSIÓN CARIOCA

Sin embargo, nada se pudo comparar al recibimiento de los atletas brasileños. Los miembros de la delegación encabezada por la pentatleta Yane Márcia Marques (bronce en Londres 2012 y oro en los Panamericanos de Toronto 2015 y Río 2007) fue recibida como si de auténticos héroes se tratase. La canción “Aquarela do Brasil”, de Gal Costa, retumbó en las gradas del Maracaná en un desfile espectacular por la energía de los locales y el rugido de su público. Los gritos de “Brasil, Brasil” rodearon la formación de los cinco aros olímpicos que, por primera vez, fueron íntegramente de color verde. Un último homenaje al tesoro de la Amazonía.

“Os damos la bienvenida a la ciudad de Río, el sueño olímpico es ahora una realidad. El mejor lugar del mundo es aquí y ahora”, proclamó un pletórico Carlos Nuzman, presidente del Comité Olímpico Brasileño (COB) y leyenda brasileña del voley quien no dudó en declararse orgulloso de su país y de los primeros Juegos de la historia de Sudamérica. Por su parte, el presidente del COI, Thomas Bach, se ganó la simpatía de los locales saludando a los presentes, entre ellos al secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, con un logrado portugués y acabar agradeciendo a los brasileños el esfuerzo invertido en los últimos años: “Siempre creímos en vosotros”.

Sus palabras de apoyo a los refugiados, no solo a los diez olímpicos sino de todo el mundo, emocionaron a los presentes que correspondieron con una nueva ovación. Un momento de fuerte carga simbólica que vino acompañado por el vuelo de 200 cometas de papel, representando la paloma de la paz, y la entrega del premio láureo a la trayectoria del keniano, Kipchoge Keino, quien fue campeón olímpico de 1.500 metros en México-68 y de 3.000 obstáculos en Múnich-72.

PITADA A TEMER

El momento más ácido de la ceremonia llegó con la notable pitada que sufrió el presidente interino Michel Temer tras declarar abierta la 31ª edición de los JJOO modernos. Un recordatorio de la delicada situación política que atraviesa el país debido al juicio político contra la presidenta Dilma Rousseff, la gran ausente de la ceremonia. Pasado el mal trago, los principales medallistas de todos los tiempos de Brasil, entre ellos la futbolista Marta Vieira da Silva, tuvieron el honor de transportar la bandera olímpica para la ceremonia de izado con el himno olímpico del compositor Spirou Samara de fondo.

Tras los juramentos de rigor por parte de representantes de atletas, árbitros y técnicos, llegó la samba de Chico Buarque interpretada por los eternos Caetano Veloso, Gilberto Gil y la joven diva Anitta. Y la gran explosión de color: los 500 pasistas de las mejores 12 escuelas de samba de la ciudad convirtieron el Maracaná en un Carnaval en miniatura. La euforia se adueñó de las gradas que no dudaron en moverse al ritmo de la batucada. Tampoco faltó la sensualidad de las bailarinas que encaramadas en una de las tarimas cumplieron con el tópico de las mulatas y la samba.

VANDERLEI DE LIMA, EL TAPADO

Finalmente, tras más de tres horas de ceremonia la antorcha olímpica hizo su aparición en el Maracaná de la mano del triple vencedor del Roland Garros, Gustavo Kuerten. El paseo de ‘Guga’ casi hizo caerse al público Maracaná que no pudo contener el grito. Pero el gran honor, el mayor de todos, estuvo reservado al marchador Vanderlei Cordeiro de Lima. El atleta que no consiguió ganar el oro en Atenas 2004 al ser agredido por un espectador (solo alcanzó la medalla de bronce) se ganó el corazón de los brasileños al perdonar públicamente a su agresor y aceptar el resultado de la carrera. Un honor al que Pelé, ‘O Rei do Futbol’, tuvo que renunciar en el último suspiro debido a su delicado estado de salud a sus 75 años de edad.

Con el pebetero encendido en una psicodélica escultura colgada de los más alto del Maracaná, unos impresionantes fuegos artificiales brillaron en el cielo de Río marcando el final de una ceremonia que cumplió con creces las expectativas de los más exigentes. Del éxito o fracaso de los próximos días dependerá en gran medida el destino de una nación que años atrás llegó a tocar el cielo con los dedos pero que ahora debe demostrar que será capaz de mantenerse en pie cuando la economía se derrumba. Los atletas de Brasil saben que llegó la hora de recuperar el orgullo perdido, la historia les espera y su público estará con ellos.