En una mañana singular de retornos en el entrenamiento del Barcelona, empezando por el de Rafinha —ocho meses después y después de dos pasos por el quirófano— y el de Dembélé, también se vio sobre la hierba de la Ciutat Esportiva Joan Gamper a Iniesta, que se perdió el duelo de Champions contra el Sporting de Portugal por una leve lesión muscular. El centrocampista manchego es, de todos los tocados que tiene Valverde en su plantilla, el que podría recibir el alta médica para afrontar el choque ante el Villarreal en el Estadio de la Cerámica. Las opciones de Iniesta, muy mejorado de la sobrecarga en el sóleo de la pierna izquierda que sufrió en la última jornada de Liga ante el Celta, pasan por completar con normalidad el entrenamiento de hoy, lo que le abriría de par en par las puertas para entrar en la convocatoria que viajará al duelo en Vila-real.

Las otras buenas noticias para Valverde se centraron en Mascherano, que anda también en la recta final de la recuperación del percance muscular que padeció con la selección argentina, la quinta lesión de ese tipo en «los últimos 11 meses», como recordó el mismo Jefecito, pero sobre todo en dos nombres propios, Rafinha y Ousmane Dembélé.

El brasileño volvió a entrenar ocho meses después de caer lesionado en Granada. Debía estar cuatro meses de baja que se han alargado hasta el doble sin que se haya fijado aún el día en que recibirá el alta médica. Por su parte, Dembélé ha pasado en esta última semana de hacer un rondo con el grupo a trabajar con ellos. Por mucho que Valverde pida paciencia y calma («volverá a inicios del 2018», dice una y otra vez el técnico), el francés quiere quemar etapas aceleradamente. Si de él dependiera, estaría en el clásico del 23 de diciembre en el Bernabéu, aunque la grave lesión que padeció en Getafe (16 de septiembre) invita al Txingurri a ser prudente con él.