l Villarreal sigue invicto en la Liga, condición que comparte con Real Madrid y Atlético después de la disputa de la octava jornada. Pero lo mejor es que continúa creciendo como equipo (y también una calidad de fútbol muy importante) a solo dos puntos del binomio madrileño que encabeza la clasificación. El rival de anoche tenía caché, no en vano es uno de los equipos españoles en Europa. Un dato importante, porque sobre el césped del Madrigal las distancias fueron tan considerables, que es obligatorio recordar el oponente que se situaba enfrente. Le cayeron cinco goles, pero pudieron ser muchos más. Este Villarreal posee mucha calidad, y un plantel largo y lleno de futbolistas con un talento descomunal en el que ayer no fueron ni titulares como Musacchio, Cheryshev, Pato, Jonathan, N’Diayé… Asusta ver el banquillo y la grada. El Villarreal le metió cinco al Celta europeo, que venía de vencer al Barcelona, en una jornada de goleadas de los equipos grandes como Barça, Atlético o Real Madrid. El Submarino no se quedó atrás. También es un grande de esta Liga. Sin duda.

El Villarreal no dejó al Celta ni respirar. No puede ser tan fácil pasar por encima de un rival de la categoría de los gallegos y que poseía etiqueta de candidato a pugnar por una plaza europea con los amarillos. Y cuando no es tan fácil y acaba resultado tan sencillo, el mérito es del gran nivel de juego desplegado anoche por el Villarreal. La superioridad llegó a ser casi insultante. El Submarino jugó a un ritmo y una velocidad endiablada, pero con el plus de la precisión y el talento individual en las acciones. La primera clave fue la asfixiante presión que consiguió amordazar al Celta y privarle del balón. La segunda, la intensidad elevadísima que impusieron los amarillos. La tercera, las rapidez de movimiento del balón, que apenas descansaba en las botas de los jugadores del Submarino, manejado siempre con firmeza y criterio, en un liderazgo solidario en el que participaron Roberto Soriano, Bruno y Manu Trigueros, sin olvidar a un Samu Castillejo muy inspirado y el papel de un Víctor Ruiz, que comandaba el inicio de la canalización desde la propia área. La cuarta, la variedad de recursos que ofreció el Villarreal para asediar al Celta. Por dentro, por fuera, construyendo paredes, a la contra… Cada vez que los amarillos tenían el balón, era como si un tsunami amenazase al equipo de Berizzo. Y, por último, el factor talento. La calidad individual de futbolistas como Bakambu, Roberto Soriano, Sansone, Manu, Samu o Bruno acabó de quitarle el cosmético a un Celta ojeroso, cansino y con al tez arrugada, que nunca consiguió ni tan siquiera inquietar al Villarreal.

EL LIBRO DE FRAN // Escribá ha encontrado un once base, sobre el que va efectuando modificaciones a medida que aparecen los partidos entre semana. Ahora se ha sumado Bakambu, quien ha desbancado de la titularidad a Pato. Además, anoche introdujo en la defensa a Álvaro González, para otorgar descanso a Musacchio, que venía de su selección.

El resto fue jugar a fútbol sin corsés ni ataduras, pero conservando el aroma de equipo con letras mayúsculas que desprende este Villarreal. Y, claro, correr y correr, algo que forma parte del genotipo de estos jugadores. Y dicho y explicado en papel para tan sencillo… pero no lo es, aunque si le pones actitud y aptitud a toneladas, pueda parecerlo.

Soriano, un futbolista especial que, en esta ocasión, actuó en banda izquierda dentro del 4-4-2 de partida del Submarino, trazó un desmarque tan excelente como fue el paso interior de Trigueros o la definición del internacional italiano. El Villarreal seguía sin ir por detrás en los encuentros y, a los ocho minutos, ya ganaba. No se quedó ahí. Apenas tres minutos después, un grave error del portero vigués dejó el balón a Roberto Soriano quien, viendo la posición adelantada del cancerbero visitante, Sergio Álvarez, le mandó un globo por arriba que durmió en la red. Si viéndolo por la tele parece tan fácil… pero se necesita una clase descomunal como la que posee el exjugador del Sampdoria.

NO BAJA EL RITMO // Con dos goles de ventaja, el Villarreal continuó avasallando a un Celta atemorizado y que bastante hacía con parar lo que se le venía encima con dignidad. La presión era agobiante y el balón siempre descansaba en las botas de los de Escribá.

Velocidad era anoche una de las palabras mágicas. El tercer tanto fue un ejemplo de la perfecta interpretación del contragolpe. Y eso que el Villarreal jugó volcado al ataque. Sansone lo inició con una conducción digna de un campeón de los 100 metros libres, pero con el balón pegado al pie, con Bakambu acompañando la jugada y finalizando fiel al estilo del atacante congoleño. El Celta se sintió afortunado yéndose al vestuario con solamente tres goles en contra.

EL 4-0, AL REGRESO // El Celta continuó grogui. En ningún momento transmitió sensaciones de reacción. Incluso tuvo la mala fortuna de meterse el 4-0 en propia puerta, en una desgraciada jugada, poco después de volver del vestuario. El Villarreal no bajó el ritmo. Su único respiro fue ralentizar el juego y hacerlo más horizontal. Las transiciones eran ya más lentas, pero el balón continuaba siendo suyo. Y hubo ocasiones para que cayeran más. Hasta que, en tiempo de descuento, Manu Trigueros consiguió el quinto, que redondeaba la goleada. El Celta ni estaba ni se le esperaba, pero es muy posible que su gran problema anoche no fuera él mismo, sino toparse con un Villarreal excelso, brillante, motivado y que mantiene el paso firme, metido en el paquete de equipos que mandan en la Liga. A dos puntos de Real Madrid y Atlético. Y ya van ocho jornadas de Liga. Espectacular.