Durante días, cada mañana al levantarse de la cama, lo primero que hacía Craig Tyley era mirar al cielo a través de la ventana de su casa. El máximo responsable del Abierto de Australia confiaba que esa nube que flotaba en el aire de Melbourne hubiera desaparecido y el sol brillara como habitualmente pasa por estas fechas veraniegas.

Sus pregarias, si las hizo, se hicieron realidad el miércoles cuando una milagrosa lluvia purificó el aire de la capital de Victoria y dio una tregua a los cientos de bomberos que, desde hace meses, luchan contra el azote de los incendios en el país que han quemado más de 10 millones de hectáreas y han causado hasta el momento la muerte de 27 personas.

El lunes, a las 11.00 horas (01.00 de la madrugada del domingo en España) la 108 edición del Abierto de Australia comenzará como estaba previsto y después de una semana en la que los organizadores del torneo mantuvieron la fase previa del torneo a pesar de que la polución en Melbourne hacía que las autoridades de la ciudad cerraran parques, prohibieran en acceso a las playas de la gente y pidieran a los ciudadanos que evitaran salir de sus casas.

La organización dio a conocer este viernes, por primera vez, su política de calidad del aire basada en estudios científicos que catalogaron como «partículas finas». El torneo ha dado al juez árbitro «el derecho de comenzar o detener los partidos a su absoluta discreción».

COMPARATIVA CON BARCELONA

Esas medidas no se tomaron en la fase previa bajo las pésimas condiciones de la semana en la que se ha mantenido la programación de los partidos pese a las críticas de los tenistas, forzados a jugar con unos niveles de polución que superaron las 400 partículas en el aire. Por poner un ejemplo ayer en Barcelona el nivel de contaminación del aire era de 41 partículas.

Una situación que llevó al abandono de la serbia Dalila Jakupovic, mientras otros jugadores y personal del torneo, eran atendido o tenían que parar sus partidos por problemas respiratorios.

«Soy no fumador, pero el martes me daba la impresión de haber pasado el día en una sala llena de fumadores», decía en ‘L’Equipe’, el español Mario Martínez Vilella, tras ganar su primer partido de la previa el martes. La tensión se vivió también en el vestuario de jugadores que criticaron a las estrellas como Nadal o Federer de «egoistas».

La situación ha mejorado en Melbourne y la suspensión del Abierto de Australia se ha esfumado. Las autoridades del país siempre han querido evitar esa posibilidad. El Abierto de Australia es la joya de la corona y la vitrina del país al exterior. El año pasado ganó 44 millones de euros y tuvo 800.000 aficionados en Melbourne Park durante su celebración.