Una Juventus decepcionante se estrelló en el Wanda Metropolitano contra la ambición del Atlético que, de no ser por el VAR, hubiese dejado a Cristiano Ronaldo y compañía prácticamente fuera de los cuartos de final... si no lo están ya (2-0).

Pintaba el partido a uno de esos en los que, tras un buen juego y un mal resultado, Simeone recurría al dicho: «Prefiero jugar mal y ganar». Anoche no le hizo falta jugar mal: fue mejor, más intenso y más ofensivo que su rival. Le costó, pero se llevó una ventaja considerable para la vuelta y un espaldarazo de confianza antes de que el Villarreal, en LaLiga, sea su próximo visitante.

El Wanda Metropolitano respiraba el gran ambiente de las noches de Champions que el cholismo ya ha vivido, en otro escenario, pero casi con el mismo equipo. Quería ser el golpe de efecto de un Simeone que dispuso todo para que su equipo saliera a devorar al rival, con un Diego Costa que ya confirmó el técnico que no estaba para 90 minutos, pero con que el que sorprendió de inicio que para que liderase la presión intensa y las transiciones vertiginosas. Aguantó poco más de media hora con apariciones constantes y desequilibrantes, pero se fue apagando cuando su físico le recordó que lleva meses de baja. Casi fundido, al inicio de la segunda parte, marró la mejor ocasión con un tiro desviado después de una carrera espectacular, antes de irse al banquillo.

PACIENTE // La Juventus intentó apaciguar a la bestia con la posesión y comenzó a rondar, a través del balón parado, los dominios de un Oblak que tuvo que intervenir ante una lejana falta de Ronaldo. Superado sin premio el cuarto de hora inicial, el Atlético se replegó y comenzó a elaborar más. Empezaba a percibirse la sensación de que el equipo de Simeone estaba gastando la mayoría de su munición sin alcanzar el objetivo, que pudo tener si el VAR no hubiese corregido el penalti pitado inicialmente sobre Costa.

Tras el descanso, la Juve adelantó su línea defensiva, pero lo que encontró fueron dos contras letales que el Atlético no aprovechó, sobre todo la de la vaselina al larguero de Griezmann.

En plena ebullición, el gol de Morata, anulado por el VAR por un forcejeo en el remate. Cuando empezaba a pesar sobre el Atlético el fiasco del gol anulado, volvió a aparecer Morata para rematar un córner que terminó en las botas de Giménez, que disparó con el corazón de todos los colchoneros para lograr el gol que había buscado con ahínco. Con la Juventus noqueada, el Atlético acabó de encaminar la eliminatoria con otro gol, ahora de Godín, para culminar una gran faena.