En una volcánica final, el City ganó la Copa de la Liga al Chelsea en la tanda de penatis (3-4) tras agotar 120 minutos con 0-0. Se vivió, eso sí, algo surrealista en los instantes finales de la prórroga. Se lesionó Kepa y estaba preparado el cambio por Willy Caballero, el meta suplente del Chelsea. El partido quedó interrumpido tres minutos porque el portero vasco no quiso salir del césped. Sarri, indignado, pedía una y otra vez que abandonara el campo. El técnico italiano chillaba desde el banquillo. Hasta hizo amago de irse al vestuario. Kepa iba a lo suyo, desobedeciendo a su entrenador. Pero él no se fue. «Ha sido un gran malentendido. Kepa estaba en lo cierto, podía seguir jugando, pero creo que lo expresó de mala manera», dijo el míster.

Antes, el partido había tenido dos guiones. El primero quedó escrito por el control y monólogo del City empujando al Chelsea al área de Kepa. Todo cambió en la reanudación, a última hora. El Chelsea descubrió un océano a la espalda de sus centrales. Rasgado todo por el talento y la imaginación de Hazard, quien sembró el pánico con dos contragolpes. Nada lúcido Pedro en una de esas ocasiones, cuando lo fácil era chutar y optó por pasar al belga. Entró Higuaín en la primera parte de la prórroga y los blues empujaron más, pero sin premio.