Quizá ha sido un pequeño paso para Eliud Kipchoge, pero ha sido un gran paso para la humanidad. El atleta keniano de 32 años ha sido el primero capaz de correr el maratón (42.195 metros) rozando las dos horas (2.00.25), culminando un proyecto liderado por la firma estadounidense Nike de avanzar unas cuantas décadas el límite del esfuerzo humano en una de las pruebas reinas del atletismo.

Kipchoge fue el que mejor resistió el esfuerzo de los tres participantes (junto con un montón de ‘liebres’ que se iban relevando para mantener el ritmo de la carrera) en la prueba organizada ex profeso en el Autódromo de Monza, al norte de Italia, con todos los elementos necesarios para exaltar el rendimiento de los atletas. El etíope Lelisa Desisa (de 26 años y doble vencedor en el maratón de Boston) y el eritreo Zersenay Tadese (36 años y plusmarquista mundial de medio maratón, con 58.23 minutos) le acompañaron en el selecto grupo de aspirantes, pero no pudieron resistir el inhumano ritmo en la segunda parte de la carrera y quedaron descolgados a partir del kilómetro 20 de Kipchoge, actual campeón olímpico en Río 2016 y ganador de ocho de los nueve maratones que ha disputado desde que en el 2013 se pasó a la distancia.

NO HOMOLOGABLE

La nueva marca del keniano, sin embargo, no podrá ser homologada oficialmente como récord del mundo, ya que la carrera de Monza no reunía varias de las condiciones exigidas por la Federación Internacional de Atletismo (IAAF) en este tipo de pruebas, como que las ‘liebres’ tomen la salida desde el inicio, que el avituallamiento se haga en plataformas fijas (y no móviles) o que sea una prueba que figure en el calendario oficial.

Ninguno de esos era el caso del experimento de Monza, programado hasta el último detalle para favorecer al rendimiento de los tres elegidos. Nike, a través de su programa Breaking2 (con una inversión en los últimos años de 30 millones de dólares) escogió Monza, un circuito situado a 183 metros sobre el nivel del mar, por sus condiciones habituales de viento y temperatura (la carrera comenzó a 12 grados, un 69% de humedad y un viento del norte de 6 km/h), y habilitó en él un trazado de 2,4 kilómetros, a los que los atletas dieron 17,5 vueltas arropados siempre por seis ‘liebres’ (del total de 30 contratadas) que se iban turnando cada vuelta para marcar el ritmo y que recibían avituallamiento a la carta, sin necesidad de ralentizar la marcha, en cada una de las vueltas. Los atletas iban equipados con moderno material (zapatillas, pantalones, camiseta, calentadores y coderas) cuyo peso total no superaba los 400 gramos, y la intempestiva hora de salida, las 5.45 de la mañana, tampoco era aleatoria, ya que es cuando los atletas africanos suelen realizar su primera y más importante tirada del día.

MÁS DE DOS MINUTOS MEJOR QUE KIMETTO

En esas condiciones, superar el actual récord oficial del mundo, logrado por el keniano Dennis Kimetto en Berlín en el 2014 con 2.02.57 horas, era una posibilidad que se hizo real gracias a Kipchoge, un gigante pese a pesar poco más de 50 kilos. El keniano mantuvo un ritmo de 2 minutos y 50 segundos por kilómetro prácticamente toda la mañana. Pasó el kilómetro 20 en 56.49 minutos y el medio maratón en 59.57, con Desisa y Tadese ya descolgados varios metros, acompañados ellos también por otro equipo de ‘liebres’ que intentó mantenerlos comprometidos con la prueba hasta el final. Tadese acabó en 2.06.48 y Desisa, hundido, en 2.14.10.

Kipchoge mantuvo el ritmo por debajo de las dos horas exactas hasta el kilómetro 30 (1.25.20), pero a partir de ahí su marcha de ralentizó imperceptiblemente, pero lo suficiente como para no lograr el ambicioso objetivo inicial. El keniano pasó los 40 kilómetros en 1.54.04 (19 segundos por encima del ritmo previsto) y gestionó la última vuelta a un gran ritmo que no le permitió, sin embargo, bajar de las míticas dos horas pese a su emocionante esprint final, el único tramo que recorrió el solitario y animado por las propias 'liebres'. Sus 2.00.25 superan en más de dos minutos el récord de Kimetto, pero deberá figurar siempre con un asterisco en el listado de marcas mundiales, si bien el atleta demostró que es capaz de lograr algo similar en una carrera totalmente oficial.

UNA MEJORA DE MÁS DEL 2%

"Ha sido un día duro, el resultado de siete meses de preparación. En la cabeza solo tenía bajar de las dos horas, pero en las dos últimas vueltas corrí 10 segundos por encima del ritmo marcado. De todas maneras, hemos hecho historia en el mundo del deporte", ha asegurado Kipchoge al final de la agotadora carrea, que pasará a la historia por haber adelantado varias décadas el asalto a una barrera que se creía imposible.

La prestigiosa revista 'Runners World' predijo en el 2014 que en una carrera en condiciones normales no se bajaría de las dos horas hasta el año 2075. Pero la progresión del récord en los últimos años ha sido prometedora. Desde 1988, con los 2.06.50 del etíope Belayneh Dinsamo de Rotterdam, hasta el 2014, con los 2.02.57 de Kimetto, la plusmarca mejoró en casi cuatro minutos en 26 años. Ahora, Kipchoge ha conseguido una mejora de más del 2% sobre el récord (2 minutos y 33 segundos) y ha abierto de par en par las puertas para superar la mítica barrera de las dos horas incluso en una prueba oficial.