Van a pensar que soy un llorón, decía Pablo Andújar ante las cámaras de Eurosport minutos después de clasificarse para los octavos de final del Abierto de Estados Unidos. Tenía sus razones para emocionarse. A los 33 años y después de 16 años como profesional accedía a la semana grande de Nueva York por primera vez en su carrera tras imponerse al tenista kazajo Alexander Bublik (6-4, 6-3, 6-2) y este lunes se enfrentará al francés Gael Monfils para seguir su sueño.

Andújar es el único tenista de la armada española que sigue en el torneo junto a Rafael Nadal. La hazaña lograda en Nueva York por este tenista nacido en Cuenca hace 33 años no es nada comparado al infierno que ha tenido que superar en los últimos años para seguir en el circuito. En febrero del 2018, Andújar (ahora 70 mundial) estaba clasificado en el puesto 1.824 del ránking de la ATP después de verse obligado a pasar por el quirófano en tres ocasiones por una lesión en el codo que no le dejaba vivir desde el 2016.

DIFÍCIL REGRESO

Después de la segunda operación estaba decidido a retirarme y así lo hablamos con mi mujer Cristina Moreta, explicó Andújar antes de someterse a una tercera operación con un nuevo médico que resultó milagrosa. El problema no era el tendón si no el nervio. Andújar, ganador de cuatro títulos ATP y que llegó a estar el 32 del mundo, recuperó sus ganas de seguir en activo aunque el camino de regreso no se presentaba fácil. Fue casi como empezar de nuevo jugando los torneos más pequeños (ITF) y con una familia que mantener, sus hijos Pablo, de dos años y Àlex, de siete meses actualmente.

La inactividad de 13 meses ausente de las pistas le pasó factura. Andújar perdió sus cinco primeros partidos hasta que en abril del 2018 logró el título en el torneo Challenger celebrado en la academia de Juan Carlos Ferrero y la semana siguiente el Gran Premio Hassan II de Marruecos (ATP 250) en el que participó con una invitación, ya que estaba el 550 mundial. Desde entonces encadenó cinco títulos en torneos challenger además de repetir final en Marruecos. Empezaba a ver la luz en el túnel.

"Es una gran persona y ha sido un trabajador incansable. Es un ejemplo motivador para otros jugadores superar las lesiones", decía en una entrevista en la web de la ATP, Juan Carlos Ferrero, que llegó a la final del Abierto de EEUU en el 2003, cuando Andújar comenzaba su andadura profesional y le tenía como ídolo.

"ESTAR AQUÍ ES UN REGALO"

Y el recuerdo del infierno pasado afloraba cuando el sábado Andújar lloraba. Aún no me puedo creer que estoy en la segunda semana de un Grand Slam. Es un gran regalo estar aquí. Un orgullo que tengo que valorar y disfrutar mucho. Soy muy feliz y no me puedo presionar más allá porque no me lo merezco. No soy Nadal, decía con orgullo ante la posibilidad de mejorar su mejor resultado en un Grand Slam cuando alcanzó los octavos en Wimbledon y Roland Garros en el 2015. Desde entonces y hasta este año había caído en primera ronda siete veces.