Le bastaba con ser segunda, pero ganó. La piloto catalana Laia Sanz (KTM) logró este domingo su quinto título mundial de enduro (y 18º sumando los 13 que atesora en trial) al imponerse en la segunda jornada del Gran Premio de Francia, última cita de la temporada. La seis veces ganadora del rali Dakar mantuvo una lucha cerrada con la alemana Maria Franke, también de KTM, y aunque le valía con repetir la segunda plaza del sábado, brindó un enorme espectáculo a los aficionados y se impuso a lo grande: con un triunfo.

«Hemos estado toda la carrera luchando con tiempos muy igualados. Sabía que Franke iría muy fuerte, así que he apretado más que ayer. Al final ganar así, con emoción una gran lucha, lo ha hecho aún más bonito», explicaba la campeonísima de 30 años. «Estoy contenta sobre todo porque ha sido un año difícil y puedo estar satisfecha de haberlo hecho bien en los momentos de mayor presión», añadió la piloto de Corbera.

FANTÁSTICA REMONTADA

La igualdad de esta última jornada se demuestra con un dato: tras la tercera especial del día alemana y española estaban separadas por solo 13 centésimas. Entonces Sanz ha pretado el puño de su KTM y se ha llevado el triunfo con cinco segundos de ventaja sobre Franke y más de dos minutos sobre a la británica Jane Daniels, tercera.

Un campeonato que hace unos meses tenía muy cuesta arriba la catalana. Un segundo puesto, dos terceros y una sola victoria en las cuatro primeras pruebas hacían pensar que Sanz no sería capaz de volver a revalidar un título que ha sido suyo desde el 2012. Pero lejos de tirar la toalla, en el tramo final ha despegado con tres victorias y un segundo puesto en las últimas cuatro citas.

«Ha sido la temporada más difícil y disputada que he tenido hasta ahora. Después de un inicio en el que todo me fue adverso, creo que he estado muy fuerte psicológicamente y eso me ha permitido llegar al final dependiendo de mí -analiza-. No ha sido fácil porque tras Finlandia y Suecia llegué a verme sin el título».

LA CAJA DE HERRAMIENTAS POR ESTRENAR

Pero alguien que tiene por lema la frase 'Quien tiene la voluntad, tiene la fuerza' (la inscripción de una pulsera que le regaló su padre antes del Dakar 2015, cuando una lesión en la rodilla le tenía amargada) no lo iba a dar por perdido. «Se juntaron demasiadas cosas: tras el Dakar y los ralis de Abu Dabi y de Catar no había podido entrenar, tenía moto nueva y no había tenido tiempo de adaptarme a ella. Pero después todo volvió a la normalidad. Pude preparar las carreras de Euskadi y fui conociendo mejor la nueva moto, con la que me siento mucho mejor», explica Sanz, que tiene en su casa un fabuloso carro de herramientas regalado por su padre casi sin entrenar porque, curiosamente, odia la mecánica. «Creo que por eso cuido tanto la moto en el Dakar, porque me da pánico que se pueda romper algo».