Muy pocos podían pensar que la gran contrarreloj del Giro dejaría tan igualada la clasificación general. Los ocho mejores están separados tan solo por 1.18 minutos. Son ciclistas de diferente personalidad pero, con toda la gran montaña por delante, resulta ahora totalmente incierto lanzar un pronóstico acertado sobre el vencedor final, aunque, sin duda, en la etapa cronometrada de Toscana, establecida como homenaje al gran Gino Bartali, marcada por la lluvia y las caídas, si ha habido que encontrar a un gran beneficiado, este no ha podido ser otro que Mikel Landa.

Si en vez de enfrentarse los favoritos a un trazado resbaladizo, donde la pintura blanca de los pasos de peatones era toda una trampa, y unas bajadas donde si se arriesgaba la caída era lo más normal (como le sucedió al corredor ruso del Katusha, Ilnur Zakarin, cuando luchaba por la ‘maglia rosa’), hubiesen hallado un terreno seco, seguramente la lectura de la contrarreloj de 40 kilómetros sería totalmente distinta y, posiblemente, también corredores como Landa, muy mejorado en esta especialidad con su llegada al Sky, habrían salido peor parados.

Para Landa fue una suerte que lloviera, una fortuna enorme, tras una primera parte del Giro superada con algunos problemas y sin excesiva gloria. Pero ahora se le abren las puertas de la carrera ante una semana fantástica tras la jornada de descanso del lunes. El martes, cuatro puertos; el miércoles, un ‘muro’ del 16% a 20 kilómetros de meta; el jueves, llano y recuperación; el viernes, cuatro puertos más; el sábado, los Dolomitas y el domingo la crono escalada de 10’8 kilómetros, ideal para él.

EL MÁS PELIGROSO

Quizá, ahora, el corredor alavés, superado el obstáculo de la contrarreloj, sea, entre los ocho primeros de la general el más peligroso. ¿Por qué? Pues porque, sobre todo, Vincenzo Nibali, de momento, no ha dado motivos para pensar que es el ciclista letal del Tour 2014. Sin embargo, la situación de la general, gracias a esta lluvia (victoria del esloveno Primoz Roglic, en la contrarreloj) es emocionante porque Alejandro Valverde, mejor en la primera parte que en la segunda de la ‘crono’, también tiene un mundo rosa a su alcance, con un potente equipo, el Movistar, donde destaca un ayudante que puede ser esencial para el murciano: el costarricense Andrey Amador se situó este domingo tercero de la general.

Pero no se sabe qué va a ocurrir con la ‘maglia rosa’ Gianluca Brambilla, que puede convertirse en una especie de Thomas Voeckler a la italiana, el ciclista que se agarra al jersey de líder y no lo suelta ni a la de tres. Porque, también, su compañero del Etixx y segundo de la general, el luxemburgués Bob Jungels, de solo 23 años, heredero de los hermanos Schleck, es por su juventud toda una incógnita, aunque cedió tiempo el sábado, en el ‘sterrato’, y se desconoce cómo soportará la presión en los grandes días de montaña todavía por definir.

Y tampoco se puede olvidar a Steven Krujswijk, un holandés de 28 años que ya ha sido dos veces ‘top ten’ del Giro, resistente en la montaña y que venderá a precio alto cada segundo que vaya a ceder en los Dolomitas y luego, en la tercera semana, en los Alpes franceses. Ni tampoco a su compatriota Tom Dumoulin quien, sin hacer una contrarreloj de las suyas, cauto ante el peligro de la lluvia, volvió a colocarse en la general tras el tropiezo del sábado ante la tierra toscana y la furia de Valverde.

LUCHÓ CONTRA CONTADOR

Landa de los ocho primeros de la general es el corredor que debe ir creciendo de aquí al final conforme se acerca a su terreno y con la experiencia del año pasado cuando fue tercero, superado por el ausente Alberto Contador y por su excompañero Fabio Aru, aunque en este caso más por instrucciones de equipo que por cuestiones físicas. Y por identica razón si este domingo entre los aspirantes al triunfo final -igualadisimos, con Nibali siete segundos mejor que Landa y el alavés cuatro segundos mejor que Valverde—todos quedaron en un pañuelo, las próximas etapas tienen ese encanto que provoca tanto la incertidumbre como la improvisación, tan presente y tan habitual en el ciclismo desde todos los tiempos.