La vida sigue igual... y es una buena noticia. Y es buena porque ya van 10 partidos sin conocer la derrota, y uno más sin encajar un gol. Dos datos que se escriben y se leen rápido. Otra cosa es rubricarlos sobre el césped. El ejemplo más claro es el partido de anoche. El Villarreal sabía lo que se jugaba contra un rival directo y cómo debía no solo jugar, sino competir. El de ayer era un duelo cara a cara, de lucha, de presión y de trabajo solidario. Todo eso lo hicieron los de Marcelino, y no es poco...

El premio de la Champions es goloso, así que defenderlo como visitante, con las huestes del adversario apretando, es más complicado. El Villarreal supo sacrificarse inteligentemente cuando el hambre de los leones estaba intacta. Supo juntarse, trabajar duro y aplicar la serenidad hasta ganar el pulso al choque y hacerse con el control del juego. No fue un choque de alegrías en ataque, ni para unos ni para otros, pero las mejores ocasiones, las más claras, las tuvo el Submarino -Soldado se merece ya, de una vez por todas, el gol-. Todo eso entra dentro del término competir, y es lo que queda al Submarino de aquí al final.

Anoche, todo el Villarreal se puso el mono de trabajo. Derrochó esfuerzo y demostró que las defensas también ganan puntos, aunque solamente sea uno. Pero, a veces, uno también es mucho, sin olvidar el golaveraje. La vida y el sueño Champions continúan igual, afortunadamente. H