El balón ha comenzado a rodar en el histórico y monumental estadio Luzhniki de Moscú, pero la lista de huéspedes de este Mundial, por el momento, se halla huérfana de nombres de relevancia. Tan solo jefes de Estado o de Gobierno de países aliados del Kremlin, como los de las exrepúblicas soviéticas de Azerbaiyán, Armenia, Bielorrusia, Kazajistán o Kirguizia, aceptaron la invitación del gobierno ruso para presenciar la ceremonia de inauguración y el primer partido de este Mundial. No faltó tampoco en el palco de autioridades el príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed bin Salman. Su selección nacional se enfrentó sin éxito con la de Rusia, el equipo anfitrión, en la primera jornada del campeonato que se prolongará hasta el próximo 15 de julio.

Muchos de los mandatarios que asistieron al encuentro inaugural ni siquiera tendrán representación durante el próximo mes sobre el césped de los estadios rusos que forman las sedes del torneo. Sus selecciones nacionales no superaron la fase clasificatoria del Mundial. Es el caso de Evo Morales, de Bolivia, o Paul Kagame, de Ruanda. De cara a fases posteriores, seguras son ya las ausencias de representantes del Reino Unido, Australia o Polonia, países todos ellos clasificados y con los que Moscú mantiene unas tirantes relaciones políticas que han empeorado sustancialmente en los últimos meses, debido a polémicas como el derribo de un avión de pasajeros en Ucrania o el intento de envenenamiento de un agente ruso en Londres. España, Francia o Alemania, por su parte, solo se plantearían enviar a Rusia a sus máximos mandatarios si sus combinados superan la fase clasificatoria y avanzan en el torneo hastas las rondas finales.

Pese al boicot político, el presidente Vladimir Putin se mostró relajado y sonriente, tanto en estos últimos días, a la hora de recibir a las delegaciones visitantes en el Kremlin, como en el momento de pronunciar su discurso inaugural en el principal estadio de Rusia. «¡Doy la bienvenida a todos los huéspedes al legendario estadio Luzhniki de Moscú!», jaleó, entre los vítores de los 80.000 espectadores presentes. «Felicito a la gran, multinacional y muy unida familia del fútbol, en el arranque del más importante torneo del planeta», continuó.

CEREMONIA AUSTERA / Como viene siendo habitual, la ceremonia inaugural fue de escasa duración, menos de 30 minutos, mucho más sencilla a lo que se estila en las citas olímpicas, y estuvo protagonizada por cantantes populares. En esta ocasión el elegido fue el británico Robbie Williams, quien interpretó algunos de sus temas más famosos como Let me entertain you, o Angels, en ocasiones acompañado por la soprano rusa Aida Garifullina, en la actualidad una de las grandes estrellas de la Ópera Estatal de Viena.

El vocalista se abstuvo, eso sí, de interpretar otro de sus temas más célebres —Party like a Russian (Pásatelo bien como un ruso)— cuya letra, a buen seguro, no hubiera sido del agrado de sus anfitriones: «Pásatelo bien como un ruso, seducción de discoteca, pásatelo bien como un ruso, hazlo como un oligarca», reza el estribillo.

LA ENTRADA DE CASILLAS / El momento culminante del acto de inauguración lo protagonizó, pocos minutos antes del inicio del primer encuentro del torneo, el jugador español Iker Casillas, uno de los integrantes del equipo que, a las órdenes de Vicente del Bosque, se impuso en el Mundial del 2010 celebrado en Sudáfrica. El exguardameta del Real Madrid hizo su entrada en el estadio Luzhniki acompañado de la modelo rusa Natalia Vodiónova acarreando el trofeo de oro de 18 kilates, asentado sobre una base de malakita, que representa a dos figuras humanas sosteniendo el planeta Tierra.

Dentro de un mes, exactamente el 15 de julio, el capitán de una de las 32 selecciones que entrarán en acción en Rusia alzará, en el mismo escenario de la apertura, la copa que les acreditará como campeones del mundo.