No fue la mejor noche del Villarreal. Ni tampoco el mejor arbitraje que he visto en un campo del fútbol o en una competición europea. Pero creo que Liverpool será un buen punto de partida para que todos los que quieren al Villarreal se den cuenta del mérito que tiene jugar una semifinal europea.

Han pasado 10 días, que considero un tiempo suficiente para digerir un disgusto, porque era de los que estaba convencido de que mañana martes iba a estar en Basilea. Pero estuve en Liverpool, disfruté del ambiente electrizante de Concert Square y me siento orgulloso de ello. Sí, somos unos privilegiados de haber disfrutado de la cuarta semifinal europea del Villarreal. ¡Vaya lujo!

Ayer en Gijón, con una ciudad totalmente volcada con su equipo, aún no dependiendo de sí mismos, fue una buena enseñanza para olvidar penas y disfrutar del presente y el futuro con optimismo. Cuando un equipo se hace grande, como es el caso del Villarreal, uno se da cuenta de que hay mucha gente que llora y ríe con sus penas y alegrías, y otra que disfruta con sus derrotas. Es un síntoma de grandeza que solo había sentido con clubs de altura top. Desde que leí El telescopio de Shopenhauer supe que solo la perspectiva lejana del tiempo te deja el poso verdadero de la realidad. Y dentro de unos años, nos quedará el sabor de una temporada excelsa del Villarreal. El 17 de agosto, el Submarino se jugará estar en su cuarta Champions. Y lo hará en el sorteo como cabeza de serie. Casi nada. Siempre veo la botella medio llena y ahora observo que rebosa de un líquido groguet que sabe a gloria. Llena no, llenísima.

Esta temporada el Villarreal superó los 18.500 abonados, con una asistencia media a su estadio de más de 16.500 espectadores. Liverpool congregó a más de 2.000 groguets de diferentes puntos de Castellón, España y hasta de Europa. Habrá más citas como la de Anfield. Seguro. Y el que acude a muchas semifinales acaba siendo campeón. El Villarreal es un club todavía muy joven, pero también muy grande. Y espero estar ahí para contárselo a través de las páginas de Mediterráneo. Me quedo con las lágrimas de Bruno al término del partido y en el viaje de vuelta. En ese sentimiento de responsabilidad del gran capitán del Villarreal, o en los cientos de mensajes de apoyo de examarillos como Víctor Muñoz, Benito Floro, Cazorla, Arruabarrena, Quique Álvarez... Y tantos otros que han pasado por las categorías inferiores, por el primer equipo, incluso que solo han recibido una sonrisa en un desplazamiento cualquiera del Villarreal de gente como Roig, Llaneza, Negueroles o una simple muestra de cariño de un empleado de a pie del Villarreal. Es muy posible que la música de la Champions vuelva a sonar en el Madrigal.

Y Fernando Roig Negueroles está trabajando desde hace tiempo en un gran Villarreal. Es posible que jugadores importantes como Musacchio o Bakambu no estén en él. Con el primero existe un compromiso de aceptar una oferta importante si esta se ajusta a los parámetros que pide el Villarreal. Incluso puede que le veamos en la Champions en el Madrigal. Igual que con Bakambu. Es ley del fútbol. Pero vendrán otros que nos harán olvidar a los anteriores. Lo importante es el Villarreal. Confío en Marcelino, en Negueroles, Llaneza y la varita mágica del presidente. Se han marchado cracks como Forlán, Riquelme, Reina, Diego López, Rossi, Cheryshev o este año Denis Suárez... Y el Villarreal sigue vivo. Mejor dicho, más vivo que nunca. Marcelino ya se encargará de convertir en figuras a los que lleguen. Sí, estén seguro que el nuevo Villarreal seguirá siendo muy grande. Anfield es historia, el Madrigal es futuro. Y está en su mano. La botella está llena de su sentimiento. Un tesoro valioso. Endavant. H