El número de licencias de futbolistas tramitadas por la Federación en la temporada 16/17 fue de 923.805. Entre el casi millón de federados, los más pequeños sueñan con llegar algún día al punto en el que ahora se encuentra Fornals. Mediterráneo se ha puesto en contacto con algunos de los que le conocieron en sus primeros pasos y todos coinciden en señalar que «siempre tuvo algo diferente. Cuando tenía cinco años, la consigna del equipo ya era la de pasársela a Pablo y que hiciera lo que quisiera. Esa temporada marcó 89 goles y al año siguiente se lo llevó el Villarreal», recuerda Ángel Ventura, directivo de su primer club, Benicense.

Ya en la cantera grogueta en edad prebenjamín, uno de sus primeros entrenadores fue el actual director de fútbol del Villarreal, Pablo Ortells, quien coincidió en el cuerpo técnico con Carles Mulet: «Aquí estuvo cinco años y siempre fue sobradísimo técnicamente». Mulet guarda en la memoria un derbi contra el Valencia: «Perdíamos 0-3 cuando Pablo se puso las pilas. Acabamos ganando gracias a él». Actualmente en el cuerpo técnico del filial amarillo, el entrenador asegura lo siguiente: «En 15 años no he visto nunca a nadie que sobresaliera tanto como él. Veía y ve el fútbol como algo muy fácil».

UN ENTORNO PROPICIO // Son muchos los factores que pueden decidir que una joven promesa llegue a la élite o se quede por el camino. Uno de ellos es su entorno. Así lo ve Mulet: «Como persona es muy sencillo. Disfrutaba entrenando y compitiendo, y estaba bien asesorado por sus padres, que le acompañaban siempre».

Después de aquel torneo de Brunete en el que no contó con el protagonismo que esperaba, Pablo tomó la decisión de firmar por el Castellón. Allí coincidió, entre otros entrenadores, con Fede Beroy: «En el Castellón estuvo cuatro años, pero solo le pude disfrutar poco tiempo. Lo que más destacaría de Pablo era su competitividad. Se tomaba en serio cada juego de cada entrenamiento; quería ganar siempre».

Beroy subraya que el actual futbolista del Villarreal «tenía un toque especial; era una delicia verle jugar» y se resta méritos en su progresión: «Yo no le enseñé nada. Solo le ponía a jugar y disfrutaba de él desde el banquillo».

Técnico y jugador han mantenido hasta el día de hoy una buena relación: «Le entrené en el Cadete B; ese año ganamos la Liga y ascendimos, pero como iba tan sobrado le promocionamos al Cadete A. Él puso una condición, que le convocaramos para la segunda vuelta contra el Rafalafena, porque en el partido de la primera vuelta tendría algún pique. Pues bien, al final no lo hicimos y aún me lo saca cuando quedamos», recuerda entre sonrisas.

SU POSICIÓN IDEAL // Beroy tiene claro dónde se saca más rendimiento al centrocampista castellonense: «De mediapunta es donde mejor rinde. Su último pase es una de sus mejores virtudes y tiene mucho gol. Sin llegar a 20 tantos, sí marcará cinco o seis cada temporada con continuidad».

En el plano más humano, uno de sus técnicos en el Castellón asegura lo siguiente: «Es una persona muy integradora en el vestuario. Se llevaba bien con todo el mundo y en su etapa en el Málaga continuaba quedando con sus compañeros en el Castellón, que siguen siendo sus amigos».

EL MEJOR PADRINO // Pablo Fornals debutó en Primera con 19 años en el Bernabéu. A la conclusión de ese inolvidable partido, el futbolista quiso agradecer la ayuda de quien fuera su entrenador en el filial del Málaga: «Le debo mucho a Salva Ballesta, me hizo ser mucho más agresivo y mejor jugador. He aprendido mucho con él y, aunque sufriendo mucho, le debo casi todo lo que soy».

Actualmente entrenador del Real Jaén, el mítico exdelantero tampoco olvida a su alumno más aventajado: «Estuve con él dos años y cuando llegó tenía una fuerza física y mental de jugador juvenil, pero contaba con una capacidad de progresión brutal y vimos todo el cuerpo técnico que había en él un gran jugador».

Salva Ballesta relata así su experiencia con Pablo Fornals: «Se dio cuenta que para ser jugador de élite debía dar cuatro o cinco pasos adelante para competir. Tenía la ventaja de que su cabeza está bien amueblada y su familia y amigos le ayudan más de lo que suele ser habitual». Su extécnico recuerda que era «muy profesional. Vivía por y para el fútbol, era muy educado, buen chaval y buen compañero».

En el apartado más futbolístico, el técnico no escatima elogios para quien fuera su pupilo: «Destaco la inteligencia que tiene, sabe qué hacer en cada momento. Creo que aún no ha tocado techo, debe aprender que en el fútbol hay que ser un perro, pero eso lo da la experiencia y cuando lo sepa puede ser el relevo de Iniesta en la selección». Salva concluye así su alegato: «Sabía que iba a llegar y estoy muy agradecido a sus palabras tras su debut».