Cuando las cosas se tuercen, cuando parece que nada puede ir a peor, siempre pasa algo que te puede hundir un poco más. Después que en la primera parte el Barcelona se quedara con 10 jugadores por la expulsión de Javier Mascherano, en la segunda, transcurridos solo los primeros minutos, el equipo de Luis Enrique sin quedo sin una de sus piezas básicas: Luis Suárez. Era el minuto 10 de ese segundo tiempo del Barcelona-Sevilla cuando el jugador uruguayo intentó controlar con la pierna levantada un balón. Y levantó tanto la pierna, que inmediatamente se dio cuenta de que se había hecho daño.

Primero se limitó a tocarse la parte afectada. Incluso intentó llegar a un balón. Pero era imposible. No le quedó más remedio que echarse al suelo con evidentes signos de dolor. Salieron las asistencias, pero no se podía recuperar al jugador, que se vio obligado a salir del terreno de juego por su propio pie, pero cojeando notablemente. Entró en su lugar Rafinha. Ya en el banquillo, el delantero uruguayo no pudo evitar las lágrimas por una lesión que le dejó sin lo que restaba de final y, quien sabe, si sin la deseada Copa América.

Los únicos momentos en los que Suárez cambió de semblante fue con los goles de Jordi Alba y Neymar y con el pitido final de Del Cerro Grande. El charrúa se someterá hoy a diversas pruebas para conocer el alcance de su inoportuno percance en el último encuentro de la temporada. H