Un mes de julio sin Tour sería como un diciembre sin Navidad. Hay otras competiciones que se celebran cada cuatro años. Léase Mundial de fútbol o Juegos Olímpicos. Pero la ronda francesa nunca falla. Siempre está viva y siempre, siempre se supera y sobrepone a los golpes sufridos; el último, el fantasma de la exclusión de Chris Froome, absuelto finalmente de la acusación de dopaje (caso cerrado) y que el sábado parte de la bellísima isla de Noirmoutier, uno de los parajes más bellos de Francia, con la intención de ganar el quinto Tour e igualar a Jacques Anquetil, Eddy Merckx, Bernard Hinault y Miguel Induráin.

Cuando se llega a la isla de Noirmoutier enseguida se descubre por qué es tan importante el Tour. Noirmoutier está comunicada por tierra firme a través del famoso Pasaje del Gois (con mucha miga en los libros del Tour) y de un puente que sirve para que los visitantes acudan al lugar sin tener que estar pendiente de las mareas que sumergen el paso del Gois durante varias horas al día.

Todas las rotondas —en otro enclave del planeta llevaría a confusión— están llenas de banderines amarillos, el color del Tour desde siempre. Desde principios de semana centenares de autocaravanas se agrupan en los aparcamientos establecidos para la ocasión. Nadie quiere perderse la carrera, se vive y hasta se mama el ciclismo, pero sobre todo la fiesta, el ambiente que se forma alrededor de la prueba. Porque a Froome, Dumoulin, Urán, Barguil, Quintana, Landa, Valverde, Roglic, Bardet, Nibali, Porte o Sagan, por citar algunos, solo se les verá por unos instantes durante las etapas del fin de semana, las que recorren la región de La Vendée.

Visita al Vall d’Aran

Este año la prueba se disputa íntegramente en Francia si se exceptúa el fugaz paso de 15 kilómetros por el Vall d’Aran. Y este año, como ocurre desde el 2013, Froome volverá a ser el corredor a batir, sin el alma cargada de remordimientos porque oficialmente nunca se dopó en la Vuelta 2017. Y lo hará con un añadido doble de emoción. ¿Será capaz de convertirse en el primer ciclista tras 20 años que gana el Tour tras el Giro? Desde que Marco Pantani venció en 1998, en el tristemente famoso Tour del dopaje, nadie lo ha conseguido. Froome, absuelto y feliz, es capaz, aunque tras ser declarado inocente solo ha querido hablar de su sosiego: «He vivido la peor de las pesadillas. Siempre supe que debía luchar por dejar mi nombre limpio».

Llega el Tour y lo hace con un trazado que muchos discutirán por incluir etapas cortas y una jornada, la novena, llana al máximo pero con 22 kilómetros sobre los arrogantes adoquines de la París-Roubaix,

Sin embargo, es un recorrido apasionante, con 1.800 metros por una pista sin asfaltar, en la décima etapa cuando se atravesará el inédito Plateau des Glières. Y viene el Tour con la tradición de la Colombière, Alpe d’Huez, Menté, el Portillón aranés, Aspin, Tourmalet y el Aubisque. Pero lo hace también con dos etapas cortas (108 kilómetros en los Alpes, cima en La Rosière, y los 65 kilómetros que conducen a Saint-Lary).