El Castellón, por tercera ocasión en esta travesía por el desierto de la Tercera División que ya dura siete años de maleficio, está a una eliminatoria, 180 minutos (o algunos más, prórroga y/o penaltis mediante), de volver a Segunda B. Falló en 2015 contra el Linares (después de haber sido campeón de grupo) y un año después, de forma cruel, frente al Gavà. Hoy en Portugalete (18.00 horas, Televisión de Castellón Mediterráneo) y el domingo que viene en (Castalia, 20.45 horas) aparece como el tercer intento para, de una vez por todas, abandonar una categoría a la que cayó (o, mejor dicho, dejaron caer los dirigentes de entonces), aunque no por deméritos deportivos...

Esta vez, el Castellón no llega a este momento decisivo con la espada de Damocles pendiente sobre su futuro. La llegada de José Miguel Garrido, máximo accionista del Castellón desde esta semana (en la que se ha cumplido el aniversario de la afortunada llegada de Vicente Montesinos, Pablo Hernández, Àngel Dealbert y compañía), ha acabado con la acuciante deuda histórica con Hacienda, en una temporada mágica, con récord de abonados..., a la que, sin embargo, le falta lo más importante: el ascenso.

LA EUFORIA, OTRO RIVAL // El Castellón llega a la hora de la verdad después de haber despachado al Tropezón con más apreturas del 5-2 global y, sobre todo, sufrir lo que no está en los escritos frente al Sant Andreu (clasificándose por el valor doble del gol marcado en el Narcís Sala). Ese agónico pasaporte, unido a que el Portugalete, por nombre, historia, entidad como club, tipo de fútbol, jugadores... no dice tanto, ha vuelto a multiplicar la euforia en el albinegrismo, aunque Sergi Escobar y los suyos tratan de aislarse. «No estamos (todavía) en Segunda B, no estamos (todavía) en Segunda B...», se repiten una y otra vez.

¿EL ONCE DEL NARCÍS SALA? // La cuestión es que el entrenador almazorense plantea, como mínimo este primer asalto, como una continuación del que casi les envía a la lona en el Narcís Sala, al menos desde el punto de vista meramente futbolístico y psicológico. De hecho, existe un elevado porcentaje, más que nunca, de que repita la alineación, de nuevo cargada de centímetros y músculo para contrarrestar el mayor poderío físico del Portugalete.

O sea, que Enrique volvería al lateral derecho para ayudar a Dealbert y Arturo. Con Kike Ferreres lesionado, Juanjo será el lateral izquierdo, así que para compensar un hipotético déficit defensivo por ese costado, por delante, el estajanovista Marenyà. Javi Rubio y Castells dotarán de consistencia al eje del equipo, con el factor diferencial reservado a Javi Serra por la derecha. Arriba, los cerca de cuatro metros que suman entre Cubillas y Nuha. Claro que Escobar es Escobar y su once, tan complicado de acertar que la quiniela...

La apuesta segura es la respuesta de la afición. No serán los 1.400 de Barcelona, pero puede que alrededor de la mitad, para quienes la distancia, el horario y el desenlace de la eliminatoria en Castalia no han sido lo suficientemente persuasivos para embarcarse en el que, esperemos, sea el último viaje en Tercera.

LOS PODERES DEL ‘PORTU’ // En esas se interponen los gualdinegros, con unos números igual de impresionantes que los del Sant Andreu. En el caso de los jarrilleros, que han dejado por el camino a Llanes y Plasencia, son 13 encuentros sin conocer la derrota y nueve meses invicto en su estadio. Un equipo que conserva toda la genética vasca, un fútbol en vías de extinción pero que siempre ha sido competitivo. Muy competitivo. Nadie ha dicho que fuera a ser sencillo, porque, con el Castellón, nunca lo es...