«Lo que explico no es agradable». Así es, no es nada gratificante lo que cuenta Jordi Villacampa de su experiencia en el Mediterráneo durante el pasado junio con la ONG Proactiva Open Arms, una vivencia «muy dura, durísima», que ahora transmite en charlas en entidades y escuelas con el objetivo de que la labor de estos colectivos de ayuda humanitaria no caiga en el olvido. Y desde luego que lo consigue.

Tuvo claro Villacampa, leyenda en el Joventut de Badalona, club al que estuvo ligado de por vida como jugador (17 temporadas) y como presidente (19 años) que, de alguna manera, «quería devolver a la sociedad» todo lo bueno que le había dado el baloncesto. El detonante fue en el 2015, cuando un día vio en televisión la imagen de un niño muerto en una playa de Turquía. «Había que hacer algo». Fue acabar su etapa como presidente de la Penya, el pasado abril, y en junio embarcarse en el Golfo Azzurro, barco de Proactiva Open Arms, con el objetivo de salvar vidas a mar abierto entre Malta y las costas de Libia.

Òscar Camps, responsable de la ONG badalonesa, le hizo un sitio en el buque como tripulante «polivalente». Ganas y determinación no le faltaban a Villacampa, pero le advirtieron de que primero hiciera una visita al psicólogo. «¿Al psicólogo? ¿Por qué? Si toda mi vida he jugado bajo presión, lanzando el tiro en el último segundo sin temor a fallar», esgrimió. «Ve al psicólogo. Esto es otra cosa», le avisaron. Y, sí, salvar o tratar de salvar vidas de inmigrantes en el mar es otra cosa. De otro mundo.

Embarcaciones a la deriva

«¿Estás preparado para escuchar los gritos de los niños?, ¿para los silencios?, ¿para afrontar la frustración de no haber rescatado a nadie?, ¿para aguantar según qué olores?....», cuenta el exjugador de la Penya que le advirtió el psicólogo. Pues no, seguramente no estaba preparado para todo eso, pero lo que tenía claro es que una determinación interior le empujaba a ir hacia allí.

Tres días tardó el Golfo Azzurro en llegar a las costas libias, tras partir de Malta, y allí Villacampa se topó con la cruda realidad. «Cuando ves aquellas barcas neumáticas o de madera, muy precarias, algunas con 1.200 personas en su cubierta, ya te das cuenta de que aquella gente no puede ir muy lejos. Casi todos han pagado mucho dinero a las mafias y en muchos casos, cuando no han navegado ni 12 millas desde su partida, el bote ya puede ir a la deriva porque se ha quedado sin combustible», explica. Es entonces cuando las ONG entran en acción.

«El primer rescate en el que participé sacamos a 452 personas. Cuando te encuentras con ellas a mar abierto, lo fundamental es conservar la calma y evitar que muchos, asustados, porque no saben quién eres, acaben saltando al agua provocando el caos. Además, muchos, casi todos, no saben nadar y es muy fácil que mueran ahogados».

Mujeres violadas

Villacampa quedó impactado por estos momentos dramáticos, pero también por la condiciones en que se encontraba a los náufragos. «Ves a muchas personas con moratones en el cuerpo por los golpes que han recibido en Libia, otros llegan con heridas evidentes de bala y la mayoría, casi todos, con la mirada perdida». Pero lo que más le conmovió fue encontrarse con «mujeres embarazadas» tras haber sido violadas y, otras, con bebés en brazos, hijos de sus violadores. «Los llevan con ellas, no se deshacen de los niños», cuenta Villacampa, que consigue que la emoción inunda la sala del Centre d’Activitats Nàutiques de Badalona.

Sin embargo, lo que más sorprendió a Jordi es que, en medio de semejante drama, surja «el agradecimiento de la gente a la que salvas. Es algo que te llena». Pero también con eso hay que estar alerta, en cumplimiento de otro consejo del psicólogo: es recomendable, por no decir imprescindible, no empatizar demasiado con las personas a las que sacas del mar. «Salvamos y dejamos, salvamos y dejamos», explica, dando una especie de fórmula, por decirlo de alguna manera, para evitar quedar tocado emocional y psicológicamente. Algo muy complicado de lograr ya que, a pesar de haber salvado de la muerte a todas esas personas, sabes que su situación no mejorará para nada. «Una vez desembarcados en la costa, sabes que casi todos volverán al punto de origen» deportados.

Altavoz mediático

Villacampa deseaba que su periplo humanitario pasara desapercibido. «No quería que esto se supiera, que alguien pensara que estaba tratando de limpiar mi imagen». Pero Proactiva Open Arms busca todo lo contrario: dar dimensión mediática a esta dramática situación y la colaboración de famosos contribuye a ello. Por eso Jordi cuenta su experiencia a la vez que denuncia la vergüenza que supone que la UE pague 6.000 millones de euros a Turquía para que haga de muro de contención de gran parte del flujo migratorio que huye de la desesperación de la guerra en Siria, de las mafias y la pobreza más extrema.

«Lo que he vivido es tremendo y puedo afirmar que ver lo que hacen estas ONG me hace tener esperanza», añade Villacampa mientras medita si volver al mar. «Hemos tenido suerte de haber nacido en esta parte del Mediterráneo. Si no, estaríamos fatal». Por eso no hay que olvidarse de los que sufren.