Berizzo es hijo futbolístico de Bielsa y su equipo ofrece rasgos inequívocos del sello de su maestro. Cuando la mayoría tiende a protegerse y apostar por la cautela, el Celta sigue siendo un equipo emocionante, de los que dejan poso.

Pretende ser el protagonista del juego con independencia de las características del rival o el escenario y rinde culto a la posesión de la pelota.

Sus futbolistas se entregan a esa filosofía con fe militante y componen una coreografía fascinante que produce sensaciones incontenibles; la mezcolanza del buen gusto y la armonía con la entrega sin condiciones y el riesgo provocan una adicción obligada. Porque el Celta no es solo una exquisita riqueza de argumentos sutiles; su propuesta estética va acompañada de una gran hiperactividad colectiva y sus jugadores pensantes acaban con las axilas chorreantes.

Como en sus partidos no suele faltar una buena dosis de épica, este Celta invita a levantar el culo del sofá e ir a verlo al campo y comprobar que, alejado del miedo, a lo loco el fútbol se vive mejor. H