Aún estaba rodando el balón, ya con el 3-1 en el marcador, cuando la grada culé del Calderón se olvidó de lo que sucedía en el césped: «¡Luis Enrique, Luis Enrique, Luis Enrique!», gritaban los aficionados azulgranas a su entrenador, al hombre que rescató al equipo de la «mierda», como el propio Piqué admitió después de aquel trágico año con el Tata Martino.

Frío como es el asturiano, intentó evadirse de ese grito. Pero no podía. Estaba viviendo sus últimos minutos, en realidad, sus últimos segundos en el banquillo. Por eso, también se olvidó de la pelota, miró a ese rincón del estadio y alzó sus manos.

CIFRAS CONTUNDENTES

Aplaudió, ahora sí emocionado, Luis Enrique al mundo culé del que se despidió anoche en el Calderón camino de La Escalerona, esa amplia escalera situada en la playa de San Lorenzo (Gijón) donde se le verá en las próximas semanas. Se va después de completar su novena y última obra futbolística. ¿El legado que deja? Ni le importa. Ni tampoco lo piensa. Pero la contundencia de sus números (ha jugado seis finales en tres años y solo perdió una, la de la Supercopa de España del 2015 ante el Athletic) demostrando su fortaleza competitiva.

¿El estilo? Tampoco llegó Luis Enrique en el 2014 para imprimir su huella. No era su objetivo. Vino, eso sí, a reconstruir un equipo que había entrado en un pantanoso territorio. Cuando pase el tiempo, se podrá comprobar la dimensión de su trabajo, por más que en su tercera y última temporada fuera bajando el rendimiento.

Acabó la final y Luis Enrique, más liberado que nunca, aguardó para abrazarse, uno a uno, a todos sus jugadores antes de encontrarse en el palco del Calderón con el presidente Josep MarIa Bartomeu. Estaba más sonriente que de costumbre, orgulloso y feliz porque su novena (y última) sinfonía le permite irse en paz consigo mismo. Acompañado de los suyos, de sus hijos, con esa diminuta Copa en su mano, paseando por el césped, cantando el himno del Barça de inicio a fin.

BOTANDO Y BAILANDO

Al técnico se le vio botar. Hasta bailando en el tramo final, sumergido en la fiesta, mientras Deyverson, el delantero del Alavés, se sumía en la marea blanquiazul que rendía honores a sus héroes. «Estamos muy agradecidos con el trabajo que ha hecho Luis Enrique», proclamó Bartomeu. «Han sido tres años extraordinarios. Tiene las puertas abiertas para volver cuando quiera. Llegó al corazón de los culés, llegó al corazón de todos los aficionados», confesó el presidente azulgrana, quien indicó que «tenemos muy claro lo que debemos hacer. Muy claro».

No ha querido Bartomeu hablar de ese futuro. Eso queda a partir de mañana. «Ha sido una temporada de contrastes porque no logramos lo que queríamos», dijo Bartomeu, quien enfatizó que «Luis Enrique es uno de los mejores entrenadores de la historia del club, le estaremos eternamente agradecidos».

Los números le avalan. Es tras Guardiola (cuatro años) y Cruyff (ocho temporadas), el tercer técnico con más éxito del Barcelona en apenas tres años, quien dejó, además, otro detalle cuando sacó aAleix Vidal en los últimos instantes de la final.

"UN SOBRESALIENTE"

«Le pongo un sobresaliente a Luis Enrique, no es fácil ganar nueve títulos de 13, ha sido un extraordinario entrenador, con eso me quedo», comentó Robert Fernández, el secretario técnico azulgrana. «Se lo dedico especialmente a mi mujer y mi familia, que sufren al Luis Enrique que llega cabreado a casa tras una derrota», afirmó el técnico asturiano.

«¿Tristeza? En absoluto, tengo una alegría total. Soy yo quien decidí pararme. A mí me vendrá de maravilla y a los jugadores también. No sé lo qué haré en un futuro», dijo el entrenador azulgrana, recordando que «soy una persona que no tengo muchas dobleces». Se va Luis Enrique, pero se queda Messi. «Es un extraterrestre, he disfrutado del mejor».