El Madrid no llegaba en su mejor momento a la primera semana decisiva de la temporada y los 15 minutos fatales con los que se resolvió la ida de la eliminatoria de Champions ante el City le han dejado, por segunda temporada, desnudo frente al espejo antes de recibir al Barça el domingo.

El clásico de la temporada pasada ya dinamitó el proyecto, entonces de Solari, y aunque la solidez de los de Zidane es incuestionablemente mayor, el termómetro europeo ha revelado deficiencias. Zidane y el madridismo tienen un golpe duro por asumir, después del revolcón tras la victoria parcial que disfrutaba a la hora de partido. Cuando mejor estaba, el gol de Gabriel Jesús, con material para la polémica, desató el drama. El equipo de Zidane se desplomó. Con el asalto a una remontada en Inglaterra a 19 días vista (sin Ramos, por cuya roja el Madrid presentará recurso para intentar su concurso en Manchester), el objetivo inmediato de los blancos es estirar el rendimiento óptimo que le ha granjeado alegrías este año para recuperar la iniciativa en LaLiga y pelear el título.

«Será una oportunidad el domingo», dijo Zidane con la derrota ante el City aún caliente. Para recibir al Barça se espera el regreso al once titular de un Kroos que no jugó ante el City. No estarán seguro Asensio, Hazard ni Rodrygo.

La planificación de la plantilla que ha gestionado la directiva vuelve a estar en entredicho: 200 millones invertidos este verano en la delantera (entre Jovic, Rodrygo y Hazard) para jugar en el momento decisivo con un ataque con Isco, Benzema y Vinicius. La lesión de Hazard ha desbaratado la única novedad que tenía Zinedine Zidane y la presencia de Jovic y Mariano es residual.

Durante unos meses de esplendor de Benzema, hubo sectores que se engañaron con la ilusión de que el francés había mutado en el goleador que nunca ha sido, pero el paso de los meses ha vuelto a revelar, como cada año desde que se fue Ronaldo, que el francés necesita un complemento rematador para explotar sus virtudes. Eso asumieron Butragueño, Casemiro o Zidane. Las únicas quejas contra el árbitro fueron de Vinicius, impregnadas de la rabia de juventud: «Siempre vienen aquí los árbitros y pitan contra nosotros. Somos el equipo con más Champions y más Ligas. Va a ser siempre así», dijo el brasileño.