La racha negativa de tres empates consecutivos del Madrid en la Liga (Villarreal, Las Palmas, Eibar) a finales de septiembre evidenció graves problemas estructurales en el juego y zarandeó a un equipo que ha sabido mantenerse a flote gracias su capacidad de supervivencia y a las trayectorias irregulares de Barça y Atlético, que han descontado más puntos de los previstos en el inicio de curso.

El Real Madrid aterriza en el Camp Nou consolidado en el liderato y con el eterno rival a seis puntos, el margen más amplio a su favor en un clásico en los últimos 13 años. Las estadísticas certifican que el conjunto de Zidane goza de buena salud en lo que a resultados se refiere: acumula 32 partidos invictos en todas las competiciones, es el equipo más goleador del campeonato con 36 goles (2,7 por partido) y su defensa es la segunda más fiable (0,8 goles encajados de media).

Los números del cuadro madridista, además, mejoran sensiblemente a domicilio: solo ha cedido un empate en seis visitas (16 puntos de 18 posibles), marca más goles (20 por 16) y encaja menos (4 por 7) que en el Bernabéu. Las actuaciones más redondas de los blancos han llegado fuera de casa (Anoeta, Cornellà y Calderón), donde no siente la presión de llevar la iniciativa y puede explotar su gran recurso: el contragolpe.

LAS LESIONES, EL GRAN HÁNDICAP

La campaña del Madrid ha estado condicionada por las lesiones de muchos de sus jugadores más importantes. Tal ha sido la sangría de damnificados que Zidane ha tenido que renunciar a su inamovible 4-3-3 y variar el sistema en múltiples ocasiones (con resultados dispares) para adaptarse a las circunstancias. Navas, Ramos, Pepe, Casemiro, Kroos, Morata, Modric, Ronaldo, Benzema y Balehan estado indispuestos durante periodos más o menos largos y el conjunto blanco solo ha podido repetir el mismo once en una ocasión.

El técnico francés aún no ha podido poner en liza la alineación que tan buenos resultados le reportó en el tramo final de la pasada temporada, incluida la final de la Champions en Milán. Estas circunstancias han restado continuidad y confianza al juego del Madrid, en muchas ocasiones plano, falto de ideas y con el bombardeo de centros laterales casi como único recurso ante rivales encerrados en su área.

La ausencia más sintomática ha sido la de Casemiro (2 meses y medio fuera), ya de vuelta de cara al clásico, el encargado de sostener el tinglado en el centro del campo. Sin el brasileño Zidane cambió el sistema para probar distintos dibujos: 4-2-3-1, el 4-4-2 o el más reciente 4-2-1-3 con el que superó con claridad al Atlético.

EL FONDO DE ARMARIO COMO SOLUCIÓN

Mateo Kovacic e Isco han sido los grandes beneficiados por las reiteradas ausencias de Casemiro, Modric y Kroos. El versátil croata, que aúna grandes condiciones técnicas pero todavía peca de inmadurez, ha sido, junto al malagueño, el hombre más utilizado por Zidane en el centro del campo. Solo Kroos suma más minutos. Isco atraviesa un momento dulce jugando donde más rinde: en la mediapunta. Ahí, moviéndose como pez en el agua entre líneas, se ofrece constantemente a los centrocampistas y para enlazar las posesiones con los delanteros.

La profundidad de plantilla del Madrid ha resuelto más de un quebradero de cabeza a Zidane, fiado a la inspiración de sus individualidades cuando no es capaz de aportar soluciones desde la pizarra. Todos los suplentes menos James han cumplido con nota cuando se les ha requerido. En defensa, Nacho y Varane cuajaron su mejor actuación secando al Atlético, y en ataque, Morata (8 goles) y Lucas Vázquez se han revelado como piezas muy útiles saliendo desde el banquillo o en ausencia de la BBC.

BALE Y KROOS, BAJAS MUY SENSIBLES EN EL CAMP NOU.

El Madrid intentará dar un golpe de efecto a la Liga con un once de gala donde brillarán por su ausencia dos de los hombres más destacados en lo que va de curso, Kroos y Bale, a los que hay que añadir a Morata, cuyo papel como revulsivo estaba desatascando muchos partidos.

Sin Kroos el Madrid pierde a su centrocampista más fiable y hace aún más imprescindible la titularidad de un Casemiro que llega falto de rodaje. La jerarquía del alemán, su capacidad para ordenar al equipo y su calidad en los golpeos a balón parado le hacen insustituible y dejan huérfano a Modric, su mejor socio. Para paliar su baja, es posible que Zidane opte por un 4-3-1-2 con Isco de mediapunta y Kovacic en el interior escoltando a Modric y Casemiro para liberar a Benzema y Ronaldo y poder dominar la batalla del centro del campo.

CONTROL DEL JUEGO EN TERRENO AJENO

La ausencia del galés es aún más condicionante. Al Madrid no le urgen los tres puntos tanto como al Barça y optará durante muchas fases por un repliegue cerca de su área a la espera de cazar un contragolpe que será mucho más difícil sin Bale, cuyo estado de forma le permitía abarcar mucho terreno a lo largo y a lo ancho del campo partiendo desde la izquierda.

Con Ronaldo limitado a labores de remate, el galés es el único futbolista del Madrid capaz de crear peligro y sembrar el pánico aun estando lejos del área rival. Si el Madrid quiere inquietar a Ter Stegen, lo tendrá que hacer a partir del dominio del balón en campo contrario o con alguna aventura individual comandada por Isco, Kovacic o Lucas Vázquez, si el gallego entra como extremo derecho