El Real Madrid disputará la final de Milán, el fin del camino en la búsqueda de su undécima Copa de Europa, en la reedición dos años después de la final española de Lisboa ante el Atlético de Madrid, tras deshacerse del Manchester City en un duelo de suspense, con un tanto repleto de fortuna de Bale (1-0).

El Real Madrid regresa a una final de Liga de Campeones. Será la decimocuarta que dispute. El escenario preferido de un club que ampara su grandeza en resonados éxitos en la Copa de Europa, tras una noche de poco fútbol y mucha lucha en el Santiago Bernabéu, aún con regusto de la remontada al Wolfsburgo pero con mayor dosis de sufrimiento por el excesivo respeto a un Manchester City al que pudo noquear en el primer acto y dio esperanzas hasta el último suspiro.

El duelo del Allianz Arena marcó de inicio al Real Madrid. Ver al Bayern ir al ataque sin complejos ante el Atlético de Madrid y cómo un gol en contra en cualquier acción te deja con la miel en los labios es una lección.

El respeto marcó el duelo del Bernabéu. La peligrosidad del empate sin goles del Ettihad era un arma de doble filo. Los de Zidane salieron a ejercer el control, sin avasallar a su rival.

Jugaba el City al ritmo cansino de Touré, al trote de un futbolista pasado de peso y recién recuperado de una lesión, cuyo tiempo de dominio en el centro del campo ya es cosa del pasado.

Perdió a Kompany por lesión nada más iniciar el duelo y solo De Bruyne generaba desequilibrio entre líneas, más alguna acción de Jesús Navas a la espalda del brasileño Marcelo.

El Real Madrid necesitaba meter una marcha más. La figura de Isco emergía en la lucha de la medular, dejando detalles técnicos de muchos quilates con balón.

Las miradas estaban en el estado de Cristiano Ronaldo, que forzó por el bien de su equipo. Jugó aún renqueante de su lesión muscular y sin su confianza habitual. Se cumplían trece minutos cuando abandonaba la banda izquierda, donde corría mayor riesgo de recaída en una acción de velocidad, y se instalaba en la zona del nueve. No fue su noche.

Pero sí la de Bale. Otra más. El Real Madrid encontró en su camino la fortuna necesaria para el éxito en las competiciones grandes. De la nada fabricó el gol que rompía la eliminatoria. Bale centraba desde el costado derecho y Fernando desviaba el balón envenenado a la escuadra de Hart.

Un gol que le sirvió al Madrid para vivir de renta y, aunque jugó con fuego, está en la final. H