Pese a los innegables intentos de Zidane, el final de temporada del Madrid fue tan frustrante como el resto del curso, tan decepcionante como el rendimiento de sus mejores jugadores y tan poco halagüeño para el futuro como la clarividencia de Vinicius ante el gol, de vuelta como el mejor del once y, otra vez, sin efectividad. El Bernabéu, con el interés justo, terminó dedicando una pitada integral para cerrar de la peor forma una etapa que quedará en la historia.

El día de la despedida de una generación con una colección de Ligas de Campeones, se inició con una ovación unánime a Keylor Navas, como si fuera la primera tarea que tenía en su lista la grada del Bernabéu. No tuvo el mismo premio un Bale castigado con el banquillo un encuentro más. El galés no jugó ni un minuto y su salida del club, que todos dan por hecha, será uno de los grandes culebrones del verano, pues su alta ficha y las pretensiones económicas de Florentino de obtener un alto traspaso (próximo a 80 millones de euros) complican la operación.

«Dicen que saldrán muchos jugadores, pero yo estoy tranquilo y voy a seguir», dijo Marcelo.