Sin duda despertaron la admiración y levantaron los aplausos del respetable. Me refiero a los 205 músicos del Baix Maestrat que desfilaron en el Madrigal, gracias a la excelente iniciativa Endavant Província, y que hicieron que el himno del Villarreal sonara con más presencia que nunca, aunque puede que un poco acelerado.

Pues algo así ocurrió en el partido. El Villarreal se ganó ayer los aplausos de su afición en un partido en que estaba condenado a ganar para hacerse respetar y defender la cuarta plaza que abre la puerta a escuchar la próxima temporada el himno de la Champions. Una marcha hacia un sueño en que cabe destacar a Soldado. El valenciano no pudo marcar, pero estuvo en casi todas. Quizás también andaba un poco acelerado ante esa angustia que genera en todo delantero el colofón del gol.

Su trabajo es siempre incansable y fructífero como demuestran las ocho asistencias. Sus dosis de carácter son el otro plus que contagia al equipo. Lo demostró ayer creyendo en una acción que acabó en el penalti, y el gol, que le agradecieron Bakambu y Bruno con un fraternal abrazo.

Solo falta un poco más de gol. En el global, no lo olvido, 44 puntos y permanencia. Un buen motivo para brindar, a pesar que pueda sonar ridículo cuando se sueña con la máxima competición continental y tras nueve partidos sin perder. El ritmo es claro, aunque no va a ser nada fácil. H