En piragüismo suele decirse que la baja perfecta no existe, pero Maialen Chourraut se empeñó en demostrar lo contrario en Río. Sobre las aguas del Whitewater Stadium de Parque Radical de Deodoro la guipuzcoana rozó la perfección para meterles tres increíbles segundos a sus rivales y llevarse la medalla de oro en la categoría K1. «Perfecta no fue porque siempre hay errores. La verdad es que todavía no soy muy consciente de lo que he conseguido», explicó emocionada Maialen que, nada más acabar el descenso, se fundió en un abrazo junto a su marido y entrenador, Xabier Etxaniz.

«Hicimos la apuesta y hemos ganado: tener una hija y llevarla a todas partes para seguir compitiendo. Ser madre y deportista parecía imposible, pero lo he conseguido», reivindicó Maialen, quien no dudó en dedicar el oro a su hija de tres años, Ane. En la semifinal la vasca certificó su gran estado de forma al clasificarse tercera con un tiempo de 101.83. Solamente la austriaca Corinna Kunhle y la británica Fiona Pennie fueron capaces de superar su registro. En el fondo, la supersticiosa Maialen quería evitar la maldición que suele pesar por quienes clasifican primeros en las semifinales.

«Lo tengo que reconocer, no quise clasificarme primera porque en Londres pasé primera y acabé perdiendo el oro», admitió. En la gran final, Maialen paleó con más fuerza que nunca. La vasca no titubeó un segundo, sabía que con la alemana Corinna Kunhler y la británica Fiona Pennie saliendo detrás de ella debería arriesgar si quería asegurar medalla. Arriesgó y la clavó. Con un tiempo de 98.65 les metía tres segundos a sus competidoras y se llevaba el oro. Su gran apuesta, la de ser madre y mantenerse en la élite, se ha cumplido. «Espero que mi victoria haga reflexionar sobre esa gran asignatura pendiente en nuestra sociedad», insistió la de Lasarte. Una madre de oro.