El barrio de Orriols es el más norteño de València, periférico, pegadito a Alboraya y Poble Nou. En él todavía quedan huertas y campos de cultivo, aunque desde que se remodeló parte de la zona con la llegada del tranvía, ha quedado muy moderno y coqueto.

Alrededor de las 9.30 horas, mientras la capital del Túria todavía dormitaba y sus vecinos amanecían, una invasión de coches particulares y autobuses irrumpía en los aledaños del estadio Ciutat de València con un denominador común: todos los ocupantes de dichos vehículos vestían alguna prenda de color albinegro, de su equipo.

La afición del CD Castellón no iba a dejar solo a su equipo, más aún cuando el Levante UD se había prestado a abrirle su estadio, el de Primera División, siendo la primera vez en la temporada en la que el ‘B’ granota jugaba allí.

Muchas caras conocidas, como el carismático Juan Lloria, cuya recomendación para almorzar en la calle Alfahuir fue espectacular. Miguel Ángel Serer degustaba de un bocadillo en dicha zona, o a varias aficionadas siempre fieles como Inma Tena o Carla Costumero no fallaron.

Son cuatro ejemplos entre 3.000, sí, sí... 3.000. Hasta el entrenador del Atlético Levante, recién llegado, el exfutbolista y extécnico del Real Mallorca, Javier Olaizola, lo destacó tras el partido: «Es una afición admirable». O como dijo el orellut Marc Castells: «Es la mejor afición de España». Solo puedo rendirme a lo que ayer vieron mis ojos. PPO.