La reacción del Barça a la crisis que le complicó la vida se dio antes en el marcador que en el césped por más que los resultados se contaran por goleadas. El derbi devolvió la correspondencia entre el fútbol y los números en un día muy oportuno para que los azulgrana ahuyentaran con un manotazo el fantasma del tamudazo que con tanta generosidad se había recordado entre semana. Y no hubo tamudazo porque, a la ausencia del célebre protagonista se unía ayer la diferencia entre los equipos, más solvente aquel Espanyol, más decadente aquel Barça. Este Barça tiene mucha cuerda y, con un poco más de acierto, sumará el doblete. Messi sigue peleando, Suárez sigue marcando y, a la espera de que Neymar se reencuentre a sí mismo, el equipo acompaña al tridente desde la solidez de la defensa, encadenando el cuarto partido consecutivo con la portería a cero. Una virtud crucial para devolver al bloque a la senda ganadora. Ya estaba en ella y el derbi catalán no hizo más que confirmar este dato.

PAU, COMO ADÁN // En silencio había preparado el Barça la cita mientras el Espanyol aventaba el recuerdo de su célebre capitán y las palabras quedaron en evidencia ante la pelota. Le pasó a Pau López lo mismo que a Adán. El meta del Betis quería “joder” la Liga al Barça y el del Espanyol quería “un campeón de Madrid”. Aquel se equivocó gravemente facilitando el 0-1 azulgrana en el Villamarín y el espanyolista cometió un error garrafal permitiendo a Rafinha anotar a puerta vacía. Suárez ya se había cobrado la venganza del duelo copero del Camp Nou al tiempo que respondía a cada gol de Cristiano para preservar el pichichi. El primer paso, el más meritorio, lo dio Messi con un golazo que encarrilaba la tarde y la Liga. H