La bomba saltó en la noche de ayer en el Villarreal. Las disidencias de Marcelino García Toral con un peso pesado de la plantilla amarilla como Mateo Musacchio y la paulatina falta de confianza de la cúpula del club con el entrenador que devolvió al equipo a Primera División hace tres años y medio han motivado la destitución del asturiano a menos de una semana para que el conjunto amarillo afronte la ida de la ronda de play-off de la Liga de Campeones.

El amistoso del pasado martes en Riazor prendió definitivamente la mecha. En el descanso del partido ante el Deportivo se produjo una fuerte discusión entre Marcelino y el argentino Mateo Musacchio. La intensidad de la misma superó los límites permitibles de lo que debe ser la relación entre un técnico y uno de sus jugadores, con el agravante de que el encontronazo se produjo frente al resto del equipo, que acudió entre sorprendido y perplejo al choque dialéctico, que a punto estuvo de ir algo más allá.

El fuerte carácter de Marcelino y la deteriorada relación entre el técnico y el central argentino, provocada por las dos semanas que el jugador se mantuvo apartado del trabajo con el grupo a la espera de las negociaciones de su, al final frustrado, traspaso al Milán, detonaron en la situación insostenible que estalló en A Coruña.

Ante la tesitura planteada por las dos partes en conflicto, finalmente la cuerda se ha roto del lado del técnico del primer equipo. Fernando Roig ha tenido que tomar en las últimas horas una de las decisiones más duras y difíciles de toda su etapa al frente del Villarreal: destituir a Marcelino, el hombre que ha llevado al Submarino a Europa consecutivamente en las tres últimas campañas.

DE RENOVAR, AL DESPIDO // El historial del asturiano al mando del equipo groguet está plagado de éxitos, por lo que el club decidió en noviembre del pasado año ofrecer a Marcelino la renovación de su contrato, que se alargó tres temporadas más, hasta el 2019. El club ha dado marcha atrás. Ni el consejero delegado, Roig Negueroles, ni el presidente, Fernando Roig, querían comenzar esta temporada de regreso a la Champions con un ambiente irrespirable en el vestuario, por lo que a última hora de ayer se optó por dejar en nada la renovación y romper con el cuerpo técnico liderado por Marcelino con la rescisión del contrato.

A pocos días de que el club se juegue un gran prestigio tanto deportivo como económico con la posibilidad, ante el Mónaco, de entrar en la fase de grupos de la Champions, la destitución de Marcelino se convierte en un asunto extremo y peliagudo, sobre todo porque deja al equipo en una complicada tesitura.

SIN OFRENDAS // El primer síntoma de que algo grave se estaba cociendo en las oficinas del club fue la suspensión de las ofrendas a los patronos previstas para la mañana de hoy. El Villarreal anunció la cancelación de las visitas a la basílica de Sant Pasqual y al ermitorio de la Mare de Déu de Gràcia, dejando en el aire la fecha definitiva. Las aguas bajaban más que revueltas en el Villarreal y no había lugar a los actos institucionales. Las reuniones a lo largo de la jornada fueron continuas en la Ciudad Deportiva.

Marcelino fue desde el principio conocedor de su situación. Su continuidad solo pasaba por una posible sanción del club a Mateo Musacchio, para que este quedara apartado de la disciplina de la primera plantilla. Este extremo no fue contemplado por el club y Marcelino, desde ese momento, puso su cargo a disposición de Fernando Roig, que optó por poner fin a la etapa del entrenador asturiano en el Villarreal.

El enfrentamiento con Mateo Musacchio no ha sido la única causa que ha desembocado en el despido del entrenador. Además, los roces con miembros de la cúpula del club amarillo ha ido deteriorando un matrimonio que parecía firme, basado en los resultados positivos que han consolidado al Villarreal en la zona noble de la Liga española en la etapa de Marcelino García Toral al frente del equipo. Las discrepancias en la política de fichajes ha sido otra de las razones importantes del divorcio. Una bomba de relojería ha explotado en el momento más inoportuno.

Con la Champions a la vuelta de la esquina, el proyecto del Villarreal se queda sin jefe deportivo y con una plantilla castigada por las lesiones en su parcela ofensiva --sin Bakambu en la eliminatoria ante el Mónaco y quien sabe si sin Roberto Soldado para el resto de la temporada--. El nuevo técnico no tendrá un inicio cómodo. H