Podría aprovechar este espacio para atizar al Barça por su nefasta política de fichajes, o para emular con poco éxito a Manuel Bartual, que son los dos temas de moda entre la muchachada; pero hoy prefiero hablar de Marcelino. Y lo hago para sugerir que en el Villarreal dejemos ya de hablar de Marcelino, dentro de la libertad particular de cada cual para opinar, criticar y elogiar a quien le venga en gana, como es obvio.

Marcelino ya no está en el Villarreal. Salió del club hace poco más de un año y en su lugar llegó Fran Escribá. El asturiano, ahora técnico del Valencia, dejó un gratísimo recuerdo a nivel profesional en tres años y medio repletos de éxitos. A nivel personal, quien suscribe al menos solo puede desearle la mejor de las suertes tanto a él como a Rubén e Isma.

Dicho esto, la fijación que existe en el entorno del Villarreal con el ya exentrenador me recuerda al cartel que tenía colgado en la puerta de su despacho Billy Wilder, en el que se leía lo siguiente: «¿Cómo lo haría Lubitsch?». En versión amarilla, muchos aún se preguntan continuamente ¿cómo lo haría Marcelino? Pues bien, Wilder admiraba a su maestro, pero fue capaz de crear un buen puñado de películas de culto y de ganar dos Óscar al mejor director.

Es lógico recordar al técnico que devolvió al equipo a Primera y lo consolidó de nuevo en Europa, pero el Villarreal sigue tan fuerte o más que antes, y guste más o guste menos, el encargado de continuar escribiendo su historia desde el banquillo ahora mismo es Fran Escribá.