No hay bautismo más lujoso que el que se celebra en la catedral. Y en domingo. Eso es lo que ocurrió ayer en Assen, la iglesia por excelencia del motociclismo, donde se corre desde el 1949. Por eso, como homenaje a que, por vez primera en esa longeva historia, se corría el domingo, el destino quiso que tres novatos, tres pilotos que no habían ganado nunca, se coronasen.

Hay pilotos que persiguen la gloria inmediata y pilotos que corren para trascender. En Assen fueron bautizados tres muchachos y consagrado un nuevo modelo de campeón. En Holanda, se produjo el milagro de que venciesen tres que nunca lo habían hecho y que uno que está hastiado de ganar cogiese la calculadora pensando en empresas mayores.

Les contaré para que vean y experimenten lo que significa para esos chicos que están llamados a brillar un día, pero que no tienen garantizado el camino hacia el cielo, ganar un GP. Francesco Bagnaia es un regalo que Valentino Rossi le ha hecho, un préstamo, a Jorge Martínez Aspar y a la fábrica india Mahindra para que despunten en Moto3. Peco, de 19 años, hizo llorar a Aspar, que logró su primer GP en Assen (1984) y, luego, repitió cuatro veces. Y, claro, les supo a gloria bendita: a Rossi, a Aspar, a Peco y a la India.

Luego vino un japonés que lleva la tira en el Mundial. Concretamente 111 grandes premios. Takaaki Nakagami, que como Peco, tampoco había ganado nunca, pese a que ha tenido a todo Japón y todo Honda empujándole, hasta ponerle como jefe al mítico Tady Okada. Y va y gana tras siete podios en siete años.

Y la coronación de debutantes se cerró con un australiano de 21 años, llamado a ser el dios de la velocidad, Jack Miller, que venció a un Márquez que se dejó ganar al comprobar que Lorenzo era décimo y Rossi había caído. H