Ganó Leo Messi su sexto Balón de Oro y quien acapara titulares es Cristiano Ronaldo. El premio al mejor futbolista del año que otorga la revista 'France Football' ha convertido al delantero portugués (tercero en el ránking) en el centro de una guerra mediática (y un punto teatral) entre el club que hoy le paga la nómina, la Juventus de Turín, y el que lo estuvo haciendo hasta hace un año y medio, el Real Madrid. La polémica ha servido (quién sabe si no era esa la intención) para mantener bajo los focos a un jugador cuyo rendimiento deportivo ha experimentado en este curso un bajón notorio, hasta el punto de poner en cuestión su condición de líder natural del equipo 'bianconero' (en beneficio de Paulo Dybala), de enrarecer su relación con el entrenador Maurizio Sarri y de suscitar la crítica pública y descarnada por parte de personas vinculadas al club turinés.

"Desde hace unos meses, Ronaldo se arrastra por el campo. Debería tener la humildad de reconocer que a cierta edad es más importante descansar que jugar". Son palabras pronunciadas el martes, en declaraciones a Sky Sports, por Nicola Amoruso, exfutbolista italiano que jugó cuatro temporadas en la Juventus. Amoruso no es, ciertamente, una leyenda de la 'Vecchia Signora', pero su juicio no difiere demasiado del que hace unas semanas ya expresaron pesos pesados de la historia 'juventina' como Fabio Capello ("Cristiano es un gran campeón, nadie lo discute, pero no se va de nadie desde hace tres años") o el brasileño Mazzola ("últimamente no regatea a nadie, no es como Lionel Messi, que se va de cuatro o cinco").

"ESTO SOLO ESTÁ EMPEZANDO"

Las menciones a Messi resultan particularmente hirientes para el de Madeira. El lunes por la noche, poco después de que el capitán azulgrana se convirtiera en el jugador con más Balones de Oro de la historia (Cristiano tiene cinco), un periodista le preguntó al portugués si la rivalidad que mantienen ambos había quedado zanjada. "¿Qué si se ha terminado? Esto solo está empezando", respondió el luso con un grado de altanería inversamente proporcional a la credibilidad de la afirmación.

Desde que empezó la temporada el 24 de agosto, Ronaldo ha marcado siete goles y ha dado una asistencia en los 16 partidos que ha disputado. Su media anotadora es de 0,44 tantos por encuentro, por debajo de los 0,65 que promedió el curso pasado y muy lejos del asombroso 1,03 que registró en sus 450 partidos como madridista. Y aunque es aventurado hacer predicciones a la baja sobre el rendimiento de un futbolista con un gen competitivo tan afilado como el portugués, no parece muy creíble que, a dos meses justos de cumplir 35 años, sus mejores días estén por venir.

ABSENTISTA REINCIDENTE

La desafiante frase antes referida la pronunció Cristiano al término de la gala en que la que fue reconocido como el jugador más valioso de la última campaña de la Serie A. Una ceremonia que, oportunamente, se había programado el mismo día (y casi a la misma hora) que el acto de entrega del Balón de Oro en el Teatro de Chatelet de París, de modo que el de Funchal tuvo un pretexto para no asistir a la sexta coronación del rey Leo. Aunque tampoco es que necesite coartadas para ausentarse cada vez que el premio no va a ser para él. Ya lo hizo a finales de septiembre en la gala del 'The Best' que distinguió también a Messi, y en aquella ocasión se limitó a colgar en Instagram una foto en la que aparecía leyendo en un sillón (?) mientras su hijo hacía los deberes.

En esa fiesta del Calcio en la que Ronaldo fue elegido MVP, el capitán de la Juventus Giorgio Chiellini acusó al Real Madrid de haber maniobrado para impedir que el portugués se hiciera con el premio de 'France Football' al mejor jugador del 2018, que fue a parar a Luka Modric. "Si Cristiano no ganó el Balón de Oro el año pasado fue porque el Real Madrid no quiso que lo ganara", sentenció. También el director deportivo del club turinés, Fabio Paratici, sugirió que el luso ha quedado fuera de los galardones en los dos últimos años porque "el Real Madrid y el Barcelona tienen un gran peso" en estas decisiones.

La Juventus arropa a su estrella aunque para ello tenga que salir al escenario a gesticular de manera un tanto desmesurada. Tal vez esa sea la mejor prueba de que ni el club ni el jugador confían verdaderamente en que esto solo esté empezando. Más bien todo lo contrario.