Pablo Torrijos Navarro (Castelló, 12 de mayo de 1992) levantó los brazos y pidió el aplauso del público. Se le veía muy concentrado y convencido de lo que era capaz de hacer. Y no defraudó. El atleta del CA Playas de Castellón voló hasta los 17,18 metros en el Nacional de Ourense del pasado fin de semana, estableciendo un nuevo récord de España en triple salto, logrando la tercera mejor marca mundial del año y sellando su pasaporte para los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.

--Han pasado unos cuantos días desde su gran gesta, ¿cómo está viviendo este momento?

--La verdad es que estoy muy solicitado, atendiendo a los medios y contestando la multitud de mensajes que me llegan por las redes sociales, pero muy contento y feliz por lo conseguido.

--No es para menos, no todos los días se logra una marca así y el pasaporte para los Juegos.

--Sí, eso es cierto, aunque he de reconocer que no era algo inesperado. Venía entrenando muy bien, siendo muy regular en las últimas pruebas y sabía que, tarde o temprano, llegaría.

--¿Cómo recuerda la jornada del domingo? ¿Era su momento?

--La verdad es que no. Los atletas nos conocemos y sabemos, por nuestras sensaciones, cuándo puedes dar la campanada, pero el domingo en Ourense no era un día así y, de hecho, la jornada no fue tan bien como parece. Lo bueno es que desde finales de enero venía realizando buenos entrenamientos y siendo muy regular, y al final salió en el sexto intento.

--Hasta entonces había competido en Boston (16,75), Liévin (16,83 ) y Madrid (16,77) ofreciendo un buen rendimiento.

--Sí, y de hecho pensaba que la mínima la conseguiría en Liévin. Sentía que estaba un punto por encima respecto a otros años, pero al final fue en Ourense.

--Tras unos años en los que parecía algo estancada, ¿este premio sabe doblemente bien?

--Deportivamente, en los últimos año no había conseguido la marca porque no era el año ideal para lograrla. Pero he vivido un cambio de mentalidad, he subido un peldaño más y ahora me siento más competitivo. He sido muy regular en marcas altas en las últimas temporadas y he progresado como atleta, por eso sabía que si seguía siendo tan regular podría alcanzar mi objetivo.

--Tampoco se ‘privó’ de las lesiones, con una operación en su tobillo en el 2018 y unos problemas en la espalda este verano.

--Sí, esas molestias llegaron después de muchos años a un nivel alto y con marcas fuertes. Yo me cuido mucho, tengo un cuerpo agradecido y cada año me siento mejor atleta, pero también considero que es bueno tener una temporada así para parar un poco.

--En el 2016, tras los Juegos de Río, decidió dejar Castelló y marcharse al CAR de Madrid para seguir preparándose. ¿Le costó?

--Mucho. El primer año pedí al entrenador (Juan Carlos Álvarez) volver a casa los fines de semana porque me costó mucho separarme de los míos. Sabía que era un desgaste físico importante porque iba y volvía en mi coche, pero me compensaba psicológicamente. Luego ya me fui adaptando y estoy muy bien.

--Ahora que habla de Juan Carlos Álvarez... Él y Claudio Veneziano son sus principales valedores.

--Sí, y se lo debo todo, por eso el domingo corrí a abrazarme a ellos. Hoy en día soy lo que soy gracias a ellos. Estoy muy orgulloso de haber salido de Penyeta Roja, de haber ido creciendo de la mano de Claudio y ahora estoy en una nueva etapa con Juan Carlos para mejorar en mi carrera.

--Algo verían en usted...

--Pues la verdad es que nadie pensaba que sería capaz de saltar más de 17 metros y, si lo he conseguido, es porque me han entrenado bien. He tenido grandísimos maestros y, ya no solo a nivel deportivo, sino a nivel personal porque los dos me han ayudado siempre que lo he necesitado.

--Después de este salto, ¿dónde está el techo de Torrijos?

--Mi objetivo siempre es seguir mejorando. No me fijo tanto en las marcas sino en ser regular. Una marca es un día ideal, pero un deportista es bueno por su regularidad y yo aspiro a estar en el top-8 en los Juegos y en el Mundial, y tengo claro que si sigo arañando centímetros, lo lograré.

--¿No cree que es un objetivo demasiado ambicioso?

--Es un objetivo difícil y ambicioso, pero realista porque para eso entreno y para eso me fui a Madrid, para mejorar y crecer. La del atleta es una carrera corta y hay que aprovechar el tiempo al máximo. Además, si miramos marcas, con un salto de 17,18 siempre se ha sido finalista en los Juegos Olímpicos y yo tengo recorrido por delante todavía como para ir mejorando la marca en los campeonatos en los que participará hasta verano.