Hace menos de dos semanas, cuando arrancaba el Abierto de Estados Unidos, todos los ojos estaban puestos en Novak Djokovic, Rafael Nadal y Roger Federer, ese trío de ases, el 'Big Three', que desde hace tres lustros domina de manera abrumadora el tenis. Nueva York salivaba también con la posibilidad de que el suizo y el de Manacor, protagonistas de una de las más bellas rivalidades del deporte y que se han enfrentado 41 veces, por fin se cruzaran en la final de su grande, el único huérfano de ver su duelo. Los hados del tenis, y algo más, han obligado a recalibrar las miradas. Y Nueva York tendrá que seguir esperando su Federer-Nadal.

El domingo, en Arthur Ashe, uno de los finalistas será un debutante en la lucha por un grande, algo que no sucedía desde que en 2014 se cruzaron en la lucha por el título Marin Cilic, que acabó ganando, y Kei Nishikori. Y el logro esta vez será para el búlgaro Grigor Dimitrov o para el ruso Daniil Medvedev, cuyo tenis en Flushing Meadows da razones a su presencia en la inesperada semifinal.

DOS GENERACIONES, DOS PROMESAS

Dimitrov, que fue uno de los tenistas más prometedores de la llamada generación perdida y llegó a ocupar el tercer puesto en la clasificación mundial en 2017, el año en que ganó las finales de la ATP, ha vivido más bajos que altos desde entonces y un declive en 2019, marcado por problemas en un hombro, que le arrastró hasta el puesto 78 de la clasificación mundial (lo que le convierte en el semifinalista en Nueva York de ranking más bajo desde Jimmy Connors en 1991). Pero en este Abierto, a los 28 años, ha resurgido. Y lo hizo con especial determinación ante el hombre con quien muchos compararon su estilo (para su rabia con el apelativo baby Federer), llevando el partido hasta los cinco sets (3-6, 6-4, 3-6, 6-4 y 6-2) y aprovechando la factura que la edad (38 años) ineludiblemente pasa a un tenista aún enorme, inigualado dueño de 20 grandes, y que pese a cerrar el año sin sumar ninguno más a su palmarés sigue tercero del mundo y con una temporada más que positiva.

Enfrente tendrá a Medvedev, la más rutilante promesa ahora mismo de la 'Next Gen', que con un 7-6 (8-6), 6-3, 3-6 y 6-1 se deshizo en sus cuartos de un desdibujado Stan Wawrinka para alcanzar su primera semifinal de Grand Slam. El triunfo da continuidad a la brillante (y extenuante) temporada en pista dura del moscovita, a los 23 años el más joven semifinalista en Nueva York desde Djokovic en 2010, que en cuatro semanas ha acumulado 19 victorias en 21 partidos de individuales, incluyendo finales en Washington y Montreal y título en Cincinnati.