Fernando Roig no es un presidente al uso. Es el artífice de un proyecto de autor que ha llevado a un club de Vila-real, una pequeña ciudad de una provincia como Castellón, motor económico de la Comunitat Valenciana por su riqueza y variedad productiva, pero con muy poco peso en la balanza del poder político, y la ha situado en el mapa del mundo por el fútbol. Su currículo fajado en 21 años al frente, comprende 19 temporadas en Primera División, 13 participaciones en torneos europeos, con tres semifinales, un subcampeonato de Liga y dos Copas Intertoto. Y ocupa el puesto número 20 en la clasificación histórica de la Liga. Y lo más importante ha conseguido que el club sea autosuficiente en lo económico y no dependa, como antaño, de su mecenazgo.

Inteligente, reflexivo, volcánico en algunas reacciones, pero también capaz de reconocer que se ha equivocado. Sí, y también orgulloso de su obra, porque se ha ganado estarlo. Un empresario que a sus 70 años está siempre al pie del cañón de un grupo empresarial que da trabajo a 2.000 castellonenses. Por supuesto, que discrepo, y así lo he escrito en este Directo, de algunas de las decisiones que se han tomado esta temporada, y de otras que no se adoptaron, pero cuenta con mi respeto personal porque se lo ha ganado a pulso. Hoy el Villarreal pasa por el peor momento que yo recuerdo desde que Roig es presidente.

Después de la derrota de Valencia, dura y hasta con ciertas dosis de humillante, lo fácil y sencillo es ponerse a escribir que todo se ha hecho mal y que el Villarreal es un desastre. Pues no, todo no es una calamidad porque el proyecto sigue siendo muy importante. Tanto, que de él depende un porcentaje alto del presupuesto de todos los clubs de élite de la provincia, cuyo principal espónsor privado es el Villarreal.

Sí, la situación es muy delicada. El Villarral ahora es un equipo cuyo peor enemigo es él mismo y que sufre una crisis de identidad gravísima. Es como si jugadores que hace poco eran referentes, se hubieran dado un fuerte golpe en la cabeza y sufrieran una anmesia terrible. Y el cambio en el banquillo solo ha servido para empeorar la situación. Luis García acumula seis partidos en Liga y todavia no conoce la victoria con cuatro empates y dos derrotas. Un único triunfo en la Europa League y un empate y una derrota en la Copa ante el Espanyol. Pero lo peor son las sensaciones. Y Calleja, el muñeco de pimpampun ya no está. Seguramente el Villarreal no tendrá tanta plantilla como pensábamos, pero también es seguro que no para estar penúltimo y con la amenaza del descenso.

Luis García no ha aportado nada, de momento, más bien ha contribuido a marear más al grupo de futbolistas, responsables sin duda de la situación actual, pero que también necesitan un liderazgo sensato, coherente y equilibrado. Su mensaje no cala en el vestuario. No me gustaron sus declaraciones en Mestalla, porque para llevar la vara de mando no hacen falta apuntar a nadie ni levantar la voz. Su trabajo es devolver la confianza al grupo y recuperar anímica, táctica y técnicamente a un equipo con recursos, aunque hoy todos parezcan muy malos. No hay que caer en el extremismo.

Restan 17 jornadas de Liga, mucho tiempo para buscar soluciones y no culpables. Atrás quedan las noches europeas del Inter, Arsenal, Oporto, Liverpool... y tantas tardes de gloria. En aquel momento todos iban encima de la carroza. Hoy el Villarreal necesita mimos, porque el niño está muy enfermo. Los errores ya los sabemos, Roig el primero. Pero también he empezado esta columna enumerando el rico historial de este club. A los jugadores les pido responsabilidad, pero en su justa medida, para no caer en un estado depresivo y nervioso que les atenaza. Y al entrenador que se deje de estar cara a la galería y empiece a ganar partidos. Por suerte, el Villarreal tiene un presidente que vive, siente y ama lo que hace, y no se va a quedar con los brazos cruzados. Y es hora de sumar y no de restar, no de revoluciones, pero si de decisiones y de gente valiente. En otras ciudades matarían por ese puesto en Primera del Villarreal. Luchemos por él. ¡Endavant!

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@josellizarraga