Un año después de la operación de préstamo acordada por el Villarreal y el Valencia por Cheryshev, la situación ha cambiado radicalmente. El club amarillo, tras la salida confirmada de Fornals, ha soltado lastre en su límite salarial y deshacerse del extremo hispano-ruso ya no es una obligación, como lo fue el pasado verano, cuando la entidad que preside Fernando Roig no tuvo más remedio que permitir la salida a préstamo de un futbolista por el que pagó al Real Madrid unos siete millones de euros en el 2016, aproximadamente el mismo montante de la opción de compra que el Valencia descartó el pasado mes de mayo.

Las estrategia del club de Mestalla, y de su entrenador, Marcelino —que juega con la carta a favor del deseo del futbolista de seguir a sus órdenes— estaba clara. El Valencia quiere apurar hasta la recta final del mercado para presionar al Villarreal y poder tener de nuevo a Cheryshev —que no entra, en principio, en los planes de Javi Calleja— bien con otra cesión bien con un traspaso de mínimos, por una cifra muy inferior a esos siete millones que solicitaba el Submarino.

Pero el Villarreal se ha hartado de la forma de proceder del Valencia, hasta el punto que, hoy por hoy la entidad amarilla no descarta, incluso, quedarse con el jugador si la oferta que llega desde València no es satisfactoria.

La jugada que tan bien le salió a Mateu Alemany, director general del Valencia, el pasado verano no tiene visos de repetirse 12 meses después. Si en junio del pasado año el plante del jugador de aceptar solo la salida hacia Mestalla para reencontrarse con Marcelino tuvo su efecto —y el Villarreal perdió la oportunidad de rentabilizar al máximo la marcha de Cheryshev aceptando alguna de las suculentas ofertas que le llegaron por el ruso tras su excelente Mundial—, esta vez el club amarillo ha dejado un mensaje muy claro a su entrenador y a la cúpula de la entidad che: Cheryshev no se regala.

YA NO URGE LA VENTA / Queda muchísimo mercado por delante y margen para que ambos clubs negocien una solución satisfactoria, pero esta vez el Villarreal tiene la sartén por el mango, menos necesidad de desprenderse de altas fichas y la baza de poder apostar por un jugador en una posición en la que espera una salida como la de Pedraza y en la que Cheryshev podría volver a tener cabida.

Si Marcelino y el Valencia quieren realmente al internacional ruso en su plantilla tendrán que echar mano de las llaves de la caja fuerte. Quién sabe, a lo mejor los siete millones que les costaba la operación en mayo les parecerá al final una ganga desaprovechada.