Este verano, la globalización del mundo del fútbol nos está ofreciendo el Mercato más desconcertante que se recuerda. El Mundial lo ha retrasado y desquiciado en precios. Con la excepción de la Premier (que ya ha hecho la mayoría de sus fichajes), los demás equipos europeos todavía tienen verdísimas sus plantillas cara a la temporada inminente.

Asistimos a uno de los nuevos rituales del Mercato moderno, la International Champions Cup, un gran escaparate de suplentes, promesas y jugadores en venta, a la espera de que vayan incorporándose las figuras después de sus éxitos y fracasos en Rusia. Se acabaron los viejos partidos de pretemporada ante rivales muy menores a los que se les solían endosar de ocho goles para ir soltando las piernas de los rematadores, decayendo el prestigio de los grandes torneos veraniegos.

PRAGMATISMo // Ahora todo es internacional, a lo grande, en campos remotos del extranjero, exprimiendo el nombre de los clubs a través de jugadores secundarios en venta y con partidos bastante sosos. El negocio es el negocio.

Ha pasado tiempo desde que el derecho de retención y la falta de reconocimiento de los derechos de los jugadores hacía que los fichajes prácticamente solo contaba la voluntad de los presidentes y sus billeteros. Ahora el Mercato se mueve con otros parámetros.

Por parte de los jugadores, la voluntad de los que quieren irse de donde están o los que desean marchar al club que prefieren; a partir de ahí, cifras por las que se venden, maniobras de rebeldía y amago de huelgas disimuladas de bajo rendimiento para el caso de que no se les atienda.

Por parte de los equipos, la lista de hombres que codician, los que se quieren sacar de encima, los que intentan retener como sea… Y nuevas realidades como la petición de llegada de determinados compañeros de nivel que solicitan los cracks como condición para no irse a otra parte.

La culpa, de la Premier // Los precios están desquiciados. Hay quien responsabiliza al Barça, por lo que pagó con el dinero de la huida de Neymar a París para lograr a Dembelé y Coutinho.

No obstante, el actual encarecimiento nació en Gran Bretaña por la riqueza de los clubs a causa de sus grandes ingresos televisivos y por la entrada en escena de multimillonarios rusos, catarís y norteamericanos como fans-presidentes o negociantes buscando invertir para ganar dinero. Luego lo imitaron en otros sitios, con el ejemplo paradigmático del PSG. El Real Madrid es el que siempre había pujado sin rivales para construir sus equipos, aunque ahora es el máximo afectado de que entidades más ricas le impidan a Florentino Pérez a la hora de encontrar sustitutos de Cristiano Ronaldo.

Dentro de estas coordenadas generales ahora está la anomalía del Barça, que gasta y gasta quizá porque cualquier día de estos tal vez anunciará que pospone su costosa operación de rehacer el Camp Nou para intentar aprovechar el tiempo que queda de Messi con nuevos grandes éxitos que solo pueden llegar si consigue rodearle de más plantilla de la de las últimas temporadas.