Castelló y sus xicuelos continúan a lo suyo, acumulando jornadas sin perder y victorias, tal vez como lo último que separa al Castellón del más profundo de los abismos. Paradójicamente, los resultados es lo único que tiene el albinegrismo a lo que aferrarse, en un espejismo que no esconde el negrísimo futuro.

Doce jornadas ya sin perder, con un entrenador que vive cada día casi como si fuera su último en el club. Con unos jugadores que tampoco saben dónde estarán dentro de unas semanas, acuciados por los impagos que ya están provocando algún caso preocupante. Deberíamos ver a un Castellón desarraigado y tristón, permeable a cualquier contratiempo que pudiera acontecer en el partido. Pero no. Todo lo contrario. Este equipo es cada vez más reconocible y comprometido. Tanto, que el mismo once que se marca una primera parte sublime frente al Paterna en Castalia, siete días después es capaz de adaptarse a unas condiciones antagónicas para arremangarse en Borriol, ahí donde la pasada temporada hubo un cataclismo, para lograr tres puntos más.

Una lástima que la legión de aficionados albinegros reales no tengan su reflejo cada 15 días en Castalia, donde únicamente resisten los 1.000 habituales de siempre. Ya sé que la inmensa mayoría de los que no van, lo hacen pensando en que, con su abono o entrada, estarían pagando a David Cruz. Pero, desde luego, estos xicuelos se merecen todo el apoyo de la grada y más.