En el Camp Nou, cuando Leo Messi estornuda todo pasa a un segundo plano. Así sucedió también en los últimos 10 minutos del partido entre el Barça y el Valencia, cuando la posibilidad de perder dos puntos dejó de parecer un asunto grave ante los gestos de dolor que hizo el capitán tras un rodillazo involuntario de Lato en el muslo derecho. Messi fue atendido en la banda y regresó al campo, pero dio señales inequívocas de estar tocado (Jordi Alba le preguntó y el argentino le dijo que fue un golpe) y se retiró renqueando cuando Undiano Mallenco pitó el final del duelo.

Un primer diagnóstico de urgencia apuntó la existencia de una contractura en el aductor de la pierna derecha y el barcelonismo, sobrecogido, contuvo el aliento. La inminencia del duelo de Copa del Rey con el Real Madrid (miércoles, 21.00 horas) hizo saltar las alarmas. Las pruebas realizadas en el mismo vestuario sirvieron para constatar que el 10 no sufría una lesión de consideración, pero la existencia de un gran hematoma en la zona afectada dificultó la exploración.

Hoy, la ecografía

Todo queda pendiente de la ecografía que se le practicará esta mañana al jugador. Messi tiene previsto acudir a la sesión de entrenamiento, aunque lo más probable es que no llegue a pisar el césped y se someta a una sesión de fisioterapia. El resultado de la prueba diagnóstica determinará si el rosarino está en condiciones de afrontar el clásico copero o si lo más prudente es darle descanso para asegurar la recuperación y evitar una posible recaída.

En cualquier caso, salvo que exista una lesión importante (se antoja improbable, pues Leo comunicó ayer al doctor que el dolor prácticamente ha desaparecido), la decisión definitiva no se tomará hasta después del último entrenamiento, el martes por la tarde. Ernesto Valverde no tiene intención de forzar el concurso de Messi ante el Madrid, pero tampoco piensa reservarlo si los informes médicos le dan la luz verde. «Si está bien, jugará», sentenció el técnico azulgrana.

Mientras, Dembélé sigue resentido de un esguince en el tobillo izquierdo (además de una gripe) y su participación en el clásico es entre dudosa e improbable.